Mons. Canecín: "¡Qué bien se vive en la casa paterna!"
“Que no se nos escape el misterio de vivir la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo” aconsejó, advirtiendo que “muchas veces estamos dispersos, distraídos, hay mucho ruido en la mente y el corazón, que no nos permite hacer silencio y contemplar con los pies descalzos el misterio. La Cuaresma litúrgica nos prepara para vivir la Pascua del Señor”.
“La actitud que debemos tener en esta Cuaresma es 'vuelvan', que significa volver al Padre y volver a Dios, y es una invitación que abarca toda nuestra vida. Qué lindo es poder volver al Padre”, reconoció.
En referencia al Evangelio del domingo IV de Cuaresma, citó: “Este hijo mío estaba perdido y lo hemos encontrado” y destacó que “esta palabra es como el corazón de todo el Evangelio; es una página bellísima, que hemos meditado durante el Año Santo de la Misericordia. Es bueno tener siempre en cuenta que el Padre nos espera con un corazón compasivo y misericordioso”.
“Dios es un Padre que respeta la libertad de los que quieren partir como el hijo menor, de irse lejos y malgastar los bienes”, pero también “respeta la libertad del hermano mayor que se queda en la casa, siempre estuvo en la casa, pero, no tenía los sentimientos del corazón del Padre, esto es un riesgo muy grande”, advirtió.
En ese sentido, aconsejó a los que tienen la gracia de asistir cada domingo a la misa: “Tenemos que autoevaluarnos, los que tenemos la gracia de servir al Señor en la Iglesia y en la comunidad” porque “no es suficiente estar en la casa del Padre, sino que tenemos que asimilar los sentimientos, el corazón y las actitudes del Padre”, sostuvo.
“Cuando cantamos ‘Prueben y vean qué bueno es el Señor', esta es la gran invitación. Qué bien se vive en la casa paterna, allí se vive la libertad de los hijos, del padre y de los hermanos, allí se vive en una plenitud que lejos no se puede tener”, afirmó.
“Dios Padre tiene un corazón amoroso, manso, lleno de ternura y lleno de misericordia. Un hombre siempre dispuesto a perdonar y que espera contra toda esperanza el regreso del hijo ausente. También confía conquistar el corazón del hijo mayor que nunca ha abandonado físicamente el hogar, pero que vive allí como un extraño”, detalló.
“La misericordia de Dios es el mensaje central de la parábola”, destacó el prelado, porque “Dios siempre espera el regreso con una actitud expectante porque quiere que se salven todos los seres humanos”.
“En el corazón y en la Casa de Dios hay lugar para todos, no solo para algunos, el corazón de Dios late en cada ser humano, porque en Jesús, el Señor nos adoptó como hijos”, resaltó.
En ese sentido, monseñor Canecín reiteró: “Tiempo de Cuaresma, es tiempo de volver, para hacer la experiencia filial del encuentro con Dios Padre y, cuando la filiación es auténtica, brota la fraternidad con todos los hombres. La fraternidad es la consecuencia de la experiencia filial”.
“Pero ¿Dónde se aprende a ser hijos?”, preguntó. “En la Casa del Padre, en el regazo del Padre”, afirmó. “¡Qué lindo es que cada uno de nosotros, tal cual nuevos hijos pródigos, podamos decir: volveré a la Casa de mi Padre!”, expresó. “El Padre en su mirada siempre reconoce al Hijo”.
Finalmente, planteó: “Nosotros ¿somos capaces de alegrarnos por aquellos hermanos que vuelven a la casa de Dios?, no sea que por ahí nos pase lo del hermano mayor. La vocación nuestra es como nos dice Jesús: 'Sean misericordiosos como el Padre es misericordioso' , y qué lindo es que esto lo pensemos personal y comunitariamente, como parroquia, como Iglesia de Goya”.
Mis hermanos, el Evangelio de hoy nos invita a la conversión pastoral y de estructuras para salir al encuentro de tantos hermanos y hermanas. La Iglesia es un signo de la casa paterna” concluyó.+
Publicar un comentario