“Muy preocupados por técnicas de evangelización, por inteligencia emocional, o inteligencias múltiples, por cÓmo llevamos la tecnología al aula, distraemos la vida escolar de lo verdadero, poniendo lo inmediato y novedoso sobre lo necesario”, lamentó en su columna mensual en la revista de la institución.
El sacerdote afirmó que le llamó la atención como, a veces, en realidades educativas en contexto de pobreza se cae en “la tentación de la simple contención social, o la resignación frente a oportunidades en la vida, se las considera infranqueables”.
“La figura de tantas personas ‘Grandes’ que han iluminado la vida de la Iglesia y del mundo haciendo una opción de gustar la felicidad a través de la vida de pobreza, nos provoca un interrogante: ¿Es posible la felicidad para el pobre? ¿Es necesario salir de la pobreza material para ser feliz?”.
El presbítero Álvarez explicó que “la opción por los pobres es primeramente una opción por un estilo de vida pobre. No como una condena sino como una manera de entender la vida y el Evangelio como un modo de vivir la plenitud de la vida en una mayor libertad”.
“Elegir ser pobre es arriesgar a ir al fondo del Evangelio, donde poco hace falta, o mejor dicho solo me basta ‘Todo’. Solo Cristo me alcanza para vivir. Con Él tengo todo”, subrayó.
Asimismo, estimó que “el joven que se encuentra con otros jóvenes, o que se cruza con adultos educadores con esta manera particular de proponer la vida, no permanece indiferente”.
“Es más, tal vez una propuesta así sea la única propuesta capaz de satisfacer su necesidad de totalidad; porque no encuentra respuesta en lo que tiene a su alrededor, experimenta la sensación de que la vida, así como es, como me la venden, no alcanza a mi corazón, que desea mucho más”, agregó.
El presidente del Consudec consideró que los directivos católicos deberían plantearse “si el problema está en sí tenemos más, o somos más. O cómo vivir una vida a la medida de la necesidad verdadera de mi corazón”.
“Hoy la Escuela Católica, y me refiero a los responsables de la educación en la Iglesia, debemos preguntarnos si nuestra propuesta y el modo de presentarla está a la altura de la necesidad de nuestros jóvenes. Para esto tenemos la fuente rica de experiencia en la historia de la humanidad, donde Dios nos enseña cuál es la consistencia del corazón humano y cómo acompañarlo en su búsqueda”, concluyó.
Más información: www.consudec.org.+
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