Con el propósito de contribuir a los preparativos del 500 aniversario de aquel acontecimiento, el doctor Héctor Fasoli, director del Laboratorio de Química y Ciencia Ambiental de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Agrarias de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) escribió un interesante artículo que ilustra sobre aquel acontecimiento.
Magallanes y la fundación espiritual de la Argentina
El 1 de abril de 2020 se cumplirán 500 años de la celebración de la primera misa en el territorio que tres siglos después será la República Argentina.
Aquella misa oficiada en las costas de la bahía de San Julián (en la actual provincia de Santa Cruz) constituyó un acto fundacional de nuestra patria, anterior a cualquier institución política en estas tierras: la Argentina tuvo así el singular designio de haber nacido primero espiritualmente y después de manera secular ya que la Eucaristía se celebró treinta y tres años antes que la primera población políticamente reconocida (Santiago del Estero, fundada en 1553).
El carácter espiritual de la celebración estuvo rodeado de hechos profundamente terrenales -gloriosos unos, deshonrosos otros- que no solo acentúan el acto trascendental que referimos, sino que también tienen carácter profético para lo que será la historia de nuestra nación. Además, desde los remotos territorios patagónicos se iniciaría una etapa fundamental en la historia de la humanidad: la primera circunvalación al planeta, la expedición más memorable que jamás se haya realizado y que no ha sido igualada hasta el presente.
El relato que sigue respeta lo más fielmente posible los acontecimientos y se permite algunas conjeturas que realzan la trascendencia histórica de la gesta.
De España al Fin del Mundo
A mediados de febrero de 1520 cinco embarcaciones procedentes de España recorren las costas occidentales del sur del continente: son la Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago. La escuadra está al mando de don Fernando de Magallanes, capitán general de la Armada para el Descubrimiento de la Especiería. Los más de doscientos tripulantes -entre ellos cuatro clérigos- conocen bien las instrucciones reales: no era campaña de conquista sino de exploración y comercio. El idioma castellano se confunde con el portugués, el vasco, el inglés, el gaélico, el alemán…, en una Babel flotante que se encamina a un destino incierto impulsada por el viento pero sobre todo por la fuerza de la idea del Capitán General, tan magnífica como descabellada: encontrar hacia el sur un paso occidental a las Indias y dar la vuelta al mundo.
Partieron de Sanlúcar de Barrameda en agosto de 1519 con el primer propósito de llegar a las Molucas (o Islas de las Especias, en Indonesia). Ya habían tocado tierra en Río de Janeiro y en el Río de Solís (Río de la Plata) y también se habían producido las primeras desavenencias entre algunos capitanes y el Capitán General. Copiando sobre el mar y sobre el pergamino el contorno de la costa, se adentraban en cada bahía y en cada estuario que podía anticipar la conexión interoceánica.
A los 65 grados de latitud sur dieron nombre a las islas de los Leones y de los Pingüinos (próximas a lo que hoy es Puerto Deseado) y días después, el 31 de marzo, encontraron una profunda boca continental que parece devorarse al mar océano. Nombraron a la bahía como de San Julián y decidieron establecerse allí para explorarla y verificar si se trataba del canal que los conduciría a Asia. El paisaje era árido y las costas bajas ofrecían refugio a unos cinco kilómetros de la salida al mar. Los aventureros habían establecido las primeras de numerosas toponimias que se conservarán por los siglos en las nuevas tierras.
Fundación espiritual de la Argentina
Unos pocos habitantes los recibieron en paz: eran nómades, de estatura mayor que la del español; sus figuras se agigantaban por las vestimentas y botas de piel; las mujeres, un poco más bajas que los hombres, se mantenían prudentemente algo más alejadas de los recién llegados.
Al día siguiente, Domingo de Ramos, Magallanes ordenó oficiar misa. La celebración se hizo con especial recogimiento: estaban en tierras agrestes y desconocidas, la duración del viaje era incierta y parte de la tripulación estaba desanimada; llevaban más de siete meses de viaje y el capitán había decidido acampar por varios más. Ofició el padre Pedro de Valderrama, quien entrará en la historia por dos hechos similares que ocurrirán durante el viaje.
Imagine el lector la circunstancia y se comprenderá el momento trascendental que estamos describiendo: aquí, más de doscientos españoles reunidos en singular y sesquimilenaria ceremonia; más allá, diseminados, una centena de hombres y mujeres del lugar, mirando con curiosidad; por delante y por arriba de todos, la aridez de un territorio inhóspito, de un mar siempre misterioso y de un cielo azul y recóndito. Y en el centro, el pan y el vino convirtiéndose en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, en medio del silencio del paisaje y de la soledad de los corazones… Sabemos que al menos un habitante de las frías tierras fue bautizado con el nombre de Juan Gigante; las circunstancias nos permiten imaginar que fueron más. La Comunión en Cristo fue la común unión de culturas y ambiente, de pasados diferentes y un futuro compartido, confundidos en un presente incierto en el primer día del cuarto mes del año 1520. Cristo entró a la Argentina el mismo día que entró en Jerusalén en busca de su destino anunciado y glorioso. El Dios de todos los hombres volvió a entrar en América pero esta vez por su extremo más alejado, estéril de riquezas, sin conquistadores y sin conquistados.
Tenemos derecho a confiar en un mensaje fundacional y profético en esta aparente coincidencia. Nuestra historia parece confirmarlo…
El extenso artículo del doctor Fasoli continúa narrando los hechos más salientes de la travesía (» ver texto completo), como el motín de algunos tripulantes y sus trágicas consecuencias; el descubrimiento y primer mapa de las Malvinas; el descubrimiento del estrecho de Todos los Santos (hoy de Magallanes); las fogatas de la tierra del fuego; la primera unión de los mares Atlántico y Pacífico; el descubrimiento de Chile y la primera misa en ese territorio; la llegada a las Islas Marianas y a las Filipinas, con algunos bautismos; la muerte de Magallanes y el arribo final de Sebastián Elcano a Sanlúcar de Barrameda “completando la proeza más importante y hasta ahora nunca igualada por la humanidad” de circunvalar el mundo.
Tras la narración detallada de los mencionados acontecimientos el doctor Fasoli concluyó su artículo:
Legados de la fundación espiritual de la Argentina
-Por las características del viaje magallánico, toda la travesía –especialmente en tierras americanas- debe considerarse como una campaña pacífica con un objetivo concreto: encontrar un paso que uniera los dos océanos. El Capitán General al invernar en San Julián no tomó posesión de tierras sino que hizo oficiar misa: hay un carácter pacífico, fundacional y espiritual innegable en este acto.
-Con ese carácter espiritual, fundacional y pacífico se abrió la puerta del Mar Argentino al mundo, por el cual la Patagonia y todo nuestro país recibiría siglos después a pueblos de orígenes, culturas y religiones diversas.
-La fundación espiritual de la Argentina constituyó un punto de partida para establecer nuestra presencia soberana en el sur.
-Establece el lugar y el momento del inicio de la etapa final de una de las proezas más significativas del ser humano.
En definitiva, la primera misa oficiada en territorio Argentino dio a la Patagonia un papel protagónico trascendental para nuestra soberanía, nuestra historia y la historia de la humanidad. Todas razones suficientes para que la Argentina se sume a las celebraciones mundiales organizadas para rememorar la gesta de los dieciocho sobrevivientes de la proeza magallánica y para recordar la llegada del cristianismo a la Argentina, Chile y Filipinas.+
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