Mons. Ojea animó a los obispos a dejarse evangelizar por los pobres
La misa de apertura fue celebrada en la noche del lunes, y estuvo presidida por monseñor Ojea, quien en la homilía expresó: “Nosotros ya hemos sido invitados al banquete del que nos habla el Evangelio. Él ha puesto la mesa para nosotros. Sin embargo, para poder disfrutar en plenitud de este banquete que ha transformado nuestras vidas, la misma dinámica del amor de Dios nos invita a la vez a nosotros, a tender la mesa para todos los hermanos, realizando así la esencia de nuestra vocación que es misionera”.
“Él mismo nos dice cómo hacer esta invitación: ‘Cuando des un banquete no invites a tus amigos ni a tus hermanos, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos y a los ciegos. Ellos no tienen como retribuirte y tu recompensa será grande en el cielo’”, señaló.
Sin embargo, advirtió el prelado, “muchas veces disfrazada de buenas intenciones puede aparecer en nosotros la búsqueda de compensaciones y retribuciones”.
Refiriéndose al Sínodo de la Amazonía, celebrado recientemente en Roma, manifestó: “Me impresionó mucho que se insistiera tanto en la formación misionera de laicos y sacerdotes. En la necesidad de una mayor audacia y coraje para invitar a la mesa del Reino a tantos hermanos que han vivido en su pobreza la experiencia del abandono y del rechazo de otros”.
En ese sentido, detalló: “Ellos necesitan ver una Iglesia lejana a todo interés, preservada de las mezquindades habituales que se dan en las relaciones sociales y ajena a todo cálculo y estrategia que empañe la transparencia con la que compartimos el tesoro de un Evangelio que no es propiedad nuestra sino al que hemos sido llamados a servir, ya que el Evangelio es anuncio y servicio”.
El obispo sanisidrense destacó la importancia de un diálogo claro, afable, confiado y prudente. “El diálogo siempre afronta un riesgo pero es una apuesta a que no todo quede igual después de lo compartido”, advirtió.
Por eso, el desafío es colocarse "un escalón más arriba para privilegiar aquellas cosas que pueden unirnos por sobre las que nos pueden dividir".
"Necesitamos extremar nuestra creatividad imitando al Señor Jesús, que no se cansa nunca de buscar caminos para encontrarnos y de provocar en nosotros nuevos modos de escucha”, agregó.
“Esta invitación abierta a la participación en el banquete de aquellos que no nos pueden agradecer con dádivas y favores, nos ayuda a jerarquizar el bien mismo que se comparte más allá de todas las diferencias”, sostuvo.
La Iglesia, afirmó monseñor Ojea, “convoca a todos sus miembros a caminar junto a muchísimos hermanos que están lejos de la fe. A hermanos de otros credos y de otras confesiones cristianas”, con quienes formamos “un verdadero poliedro de diferencias religiosas, culturales e históricas”, para trabajar arduamente “en nuestra responsabilidad como ciudadanos de la casa común que está seriamente amenazada”.
“Que la Virgen, nuestra Madre, haga que esta invitación a los pobres en la mesa del banquete del Reino nos transforme a través del contacto cercano con ellos”, rezó el presidente del episcopado, considerando la necesidad de que “nos dejemos evangelizar por ellos ya que la nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia”.+
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