La legalización de la marihuana hará hundirse a la familia



Montevideo (Uruguay) (AICA): El Senado del Uruguay aprobó con 16 votos a favor y 13 en contra, la ley sobre el control y la regulación de la marihuana, convirtiéndose así en el primer país del mundo en legalizar la producción, venta y consumo de esta sustancia. Esta ley se suma a la legalización y promoción del aborto; la equiparación legal de las uniones homosexuales con el matrimonio y la fecundación artificial en todas sus formas, leyes todas denunciadas por la Iglesia como dañinas para la sociedad, y que “harán hundirse a la familia uruguaya”, afirmó el obispo de Minas, monseñor Jaime Rafael Fuentes Martín.

El Senado del Uruguay aprobó con 16 votos a favor y 13 en contra, la ley sobre el control y la regulación de la marihuana, convirtiéndose así en el primer país del mundo en legalizar la producción, venta y consumo de esta sustancia.

Esta ley se suma a la legalización y promoción del aborto; la equiparación legal de las uniones homosexuales con el matrimonio y la fecundación artificial en todas sus formas, leyes todas denunciadas por la Iglesia como dañinas para la sociedad, y que “harán hundirse a la familia uruguaya”, afirmó el obispo de Minas, monseñor Jaime Rafael Fuentes Martín.


La ley consentirá a los mayores de edad (más de 18 años) el cultivo doméstico de cannabis hasta seis plantas, con un máximo de 480 gramos de producción anual. También se podrá cultivar en asociaciones o cooperativas, formadas por 15 a 45 miembros, con un máximo de 99 plantas. La venta se llevará a cabo en las farmacias con licencia: todos los compradores, quienes previamente tendrán que anotarse en un registro obligatorio, podrán comprar un máximo de 40 gramos al mes.


El presidente del Uruguay, José Mujica, señaló la dificultad que significó para el gobierno la regulación del uso de la marihuana, pero subrayó que el objetivo es experimentar nuevas formas de combatir el uso indebido y el tráfico de drogas.


Para monseñor Fuentes, la alternativa a este “suicidio o harakiri” aprobado por la ley está en el compromiso para la formación de las generaciones más jóvenes en valores auténticos, partiendo del ámbito familiar, que “podría resumirse en un eslogan: Por la familia todo es poco”.


“Lo cual quiere decir –explica el obispo– que es necesario multiplicar las iniciativas para ayudar a los matrimonios jóvenes antes de que lleguen las dificultades, enseñar a los chicos y chicas adolescentes el valor de la fidelidad en todos los órdenes", como formas concretas de revertir los efectos negativos de las nuevas leyes. También motivó a los católicos a "no tener miedo de decir que lo blanco es blanco y lo negro, negro" y recomendó a los padres y madres a asumir "su deber de dar la información sexual a sus hijos" para evitar que su vida sea determinado por ideologías externas.


Recordó que “muchas parejas no quieren saber nada con los ‘derechos’ de abortar los hijos, de cultivar marihuana o de integrar un club de faloperos (drogadictos). Están dispuestos a romperse todo por la familia, por la que ellos quieren formar”, por lo que “hay que apoyarlos con entusiasmo: se encuentran en la primera fila de una guerra que hay que ganar, sí o sí”, concluyó.+



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