Según las cifras contenidas en el informe y los casos documentados en él, un promedio de mil chicas sufren esta suerte cada año en Pakistán. La gran mayoría de las víctimas pertenece a las comunidades hindú y cristiana.
La práctica habitual, que se repite constantemente, es usar amenazas y presiones sobre las víctimas y sus familias, dice la Fundación Aurat. Las chicas, siempre menores de edad, son secuestradas y dadas en matrimonio a sus secuestradores o a terceros, sin su consentimiento. Si la familia presenta una denuncia, el secuestrador presenta una contra-denuncia, acusando a la familia y afirmando que ella se convirtió por su propia voluntad. Cuando es llamada a declarar ante un juez, la chica, bajo amenazas y presiones incalificables, afirma haberse convertido voluntariamente y estar de acuerdo con el matrimonio. Así que el caso queda cerrado.
“A tales casos les falta la realización de una investigación seria que demuestre este fenómeno y el mecanismo que se establece”, denuncia el informe. Un hecho parece decisivo: “En el momento en que se presenta la denuncia y surge la controversia, hasta la audiencia en la corte, las chicas permanecen en custodia de los secuestradores y sufren traumas y violencia de todo tipo”. Entre las presiones aplicadas a las adolescentes, frágiles y vulnerables, se les dice que “ahora son musulmanas y, en caso de cambio de religión, el castigo por apostasía es la muerte”.
El informe hace un llamado a las autoridades policiales y civiles para que desenmascaren esta práctica y salven a las chicas de las minorías religiosas. La Aurat Foundation también presentó una propuesta de ley para prevenir las conversiones forzadas.+
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