La comunidad, ubicada en la diócesis de Grosseto, fue fundada por Don Zeno Saltini, quien fue criticado por este estilo de vida y pidió al papa Pío XII dejar el sacerdocio para continuar allí como laico, pero en 1962 fue rehabilitado por el papa Juan XXIII.
“Nomadelfia es una realidad profética que se propone realizar una nueva civilización, actuando el Evangelio como forma de vida buena y bella”, destacó en su discurso
Francisco recordó que su fundador “se dedicó con ardor apostólico a preparar el terreno para la semilla del Evangelio, para que pudiera dar frutos de vida nueva”.
“Él (Don Saltini) creció en medio de los campos de esta región de Emilia, él sabía cuándo era el momento adecuado para preparar el terreno para la siembra. Sabía que nadie pone mano en el arado y mira para atrás, lo repetía tal vez pensando en las dificultades que encontraba en el encarnar en lo cotidiano la fuerza renovadora del Evangelio”, agregó.
El Papa exhortó a los miembros de la comunidad Nomadelfia a “continuar en este estilo de vida, confiando en la fuerza del Evangelio y del Espíritu Santo, mediante su trasparente testimonio cristiano” y los animó a seguir el lenguaje del amor, el único lenguaje comprensible ante el sufrimiento en el mundo.
“Así Nomadelfia –afirmó– en respuesta a una especial vocación del Señor, se establece relaciones bien solidas de aquellas de parentela. Se actúa una consanguineidad con Jesús, propio de quien ha renacido del agua y del Espíritu Santo”.
Francisco señaló que Nomadelfia es un gran signo profético y de gran humanidad cuando se empeña en la atención amorosa a los ancianos, quienes son sostenidos por los miembros de la comunidad.
“Continúen en este camino encarnando el modelo del amor fraterno, a través de obras y signos visibles, en los múltiples contextos donde la caridad evangélica los llama, pero siempre conservando el espíritu de Don Zeno que quería una Nomadelfia ‘ligera’ y esencial en sus estructuras”, les pidió.
“Ante un mundo a veces hostil a los ideales predicados por Cristo, no duden en responder con el testimonio gozoso y sereno de vuestra vida, inspirada en el Evangelio”, añadió.
Antes de impartir la bendición apostólica, el Papa agradeció a los miembros de esta comunidad por haberlo recibido en forma calurosa y familiar, caracterizado por el sabor del Evangelio, y los invitó a recitar juntos “como hermanos, como hijos del mismo Padre celestial”, la oración del Padrenuestro.+
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