San Francisco (Córdoba) (AICA): La diócesis de San Francisco, en la provincia de Córdoba, celebró el viernes 4 de octubre sus fiestas patronales con una procesión y misa presidida por el obispo, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva. En su homilía, el prelado llamó a no olvidar que el Evangelio es Jesús, y no un mero escrito, y exhortó a la misión y la conversión personal.
Antes de la misa, los fieles peregrinaron desde la Carpa del Encuentro y la Escucha de la Plaza Cívica hasta la iglesia catedral, donde se celebró la misa en honor a san Francisco de Asís, patrono de la ciudad y de la jurisdicción eclesiástica.
En su homilía, monseñor Buenanueva sostuvo que la figura del santo patrono continúa hablando a la Iglesia y al mundo, y de modo particular a los ciudadanos y fieles diocesanos. Sostuvo que el santo “grita el evangelio con su vida”, y llamó a no olvidar que el Evangelio “no es un libro o un escrito”, sino Jesús, “una persona en quien Dios ha dicho a la humanidad su amor, su misericordia y su justicia”.
El prelado manifestó que la vida de san Francisco también marca “el primado de la misión”. Mencionó los males que aquejaban a la Iglesia en tiempos del poverello de Asís, que también se repiten en la actualidad. Y pidió: “Recémosle a San Francisco para que nos ayude a ser una Iglesia misionera, con palabras de amistad para todos pues solo con el lenguaje de la mansedumbre se abre el corazón de los hombres a Aquel que dijo que es manso y humilde de corazón”.
Monseñor Buenanueva también elogió el espíritu con el que San Francisco colaboró a la reforma de la Iglesia en su tiempo, llamando a vivir el Evangelio “sin glosa”, aunque sin oponerse a la jerarquía de la Iglesia. También llamó, citando al Concilio Vaticano II, a vivir un “espíritu fuerte de reforma”, que requiere “conversión de vida, personal y concreta”.
Por último, el obispo reflexionó sobre la conciencia, pidiendo al patrono que ayude a estar atentos a la voz de Dios que habla al interior de cada hombre. “Que nos enseñe a escuchar, a estar abiertos, a no encerrarnos en nosotros mismos, a no pretender ser los dueños de nuestra propia vida, a tener la mirada fija en la Verdad que resplandece en el Rostro de Jesucristo”, deseó.
“Que en el centro de nuestra conciencia no esté nuestro yo, con sus deseos, egoísmos y mezquindades, sino la cruz de Cristo”, concluyó.+
Publicar un comentario