“Urge recuperar los valores cristianos que el mundo se empeña en arrinconar”
Corrientes (AICA): “La fe cristiana conserva, en su ineludible anuncio, los valores que el mundo actual se empeña en arrinconar entre los trastos viejos e inutilizados de la historia”, destacó el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna. El prelado consideró, por esto, que es preciso “recuperarlos y exponerlos hoy a los hombres y mujeres de nuestro tiempo”. “Es misión de la evangelización, que la Iglesia de Cristo no deja de renovar, que los valores mencionados ocupen sus lugares originales. De otra manera se producirá un naufragio irreparable”, advirtió en su sugerencia para la homilía del próximo domingo.
“Es misión de la evangelización, que la Iglesia de Cristo no deja de renovar, que los valores mencionados ocupen sus lugares originales. De otra manera se producirá un naufragio irreparable”, advirtió en su sugerencia para la homilía del próximo domingo.
“La inconsciencia con respecto a la gravedad de la hora, en amplios sectores de nuestra sociedad, impide la colaboración de gente capacitada y el hallazgo de soluciones adecuadas. El descuido o la indiferencia avanzan en los horizontes de este mundo”, agregó.
El prelado sostuvo que “nadie puede escapar de los estragos ocasionados por tantos desaciertos y acumulados en la enorme vidriera de la historia. Nadie, tampoco, puede excusarse de su personal responsabilidad, a la hora de decidir políticas y comportamientos, tanto públicos como privados”.
“Debiéramos excluir las acusaciones que no incluyan un ‘nosotros’ humilde y dispuesto al cambio. No estamos dando pasos convenientes hacia esa anhelada situación. Al contrario, parece producirse un cono de sombras que entenebrece más el futuro. Es el momento de que cada uno se comprometa, personalmente, a poner lo suyo al servicio de su propia comunidad”, propuso.
Texto de la sugerencia
1.- En Él todo ha sido hecho. El cumplimiento de todo, en Quien manifiesta serlo, constituye la Buena Nueva que el mundo espera ansiosamente conocer. Los valores a medio lograr, y la verdades "en retazos" que muchos intentan formular, aparecen en el panorama social con términos debatibles. El Evangelio, que la Iglesia predica, no se constituye en un elenco de preceptos morales, o en una ideologia entre otras: es Jesucristo. En Cristo está todo dicho, es preciso que se autorevele, echando mano a los medios que Él mismo ha creado para ello. La Palabra de Dios custodiada y predicada por la Iglesia, celebrada en su Liturgia y testimoniada por sus santos, constituye el medio imprescindible para que Cristo sea conocido. En esa dirección va la evangelización. La sintesis de esos medios, su perfecta coherencia interna, hacen a su autenticidad. Para ello se requiere evitar la dispersión, y hacer del testimonio cristiano su particular garantía. La exigencia de hacer llegar a todos la palabra de Jesús incluye la fidelidad a su Espíritu. Supone el respeto a las reglas originales de su difusión. Me refiero a las que Jesús ha ofrecido a sus discípulos, desde el principio de su predicación y a partir de Pentecostés.
2.- No podemos prescindir de su presencia. Como recordábamos el domingo pasado, Jesús no vino a desautorizar la Ley y los Profetas sino a constituirse en su plenitud y cumplimiento. En Él la Ley adquiere todo su vigor y la palabra profética logra su perfecta expresión revelada. No podemos prescindir de su presencia humilde y pobre. Para captarla y entenderla es preciso hacerse pobres de corazón y humildes. El desplazamiento, al que el mundo actual condena la verdadera imagen de Jesucristo, inspira la convicción de que la humildad no constituye una virtud muy tenida en cuenta en el comportamiento ciudadano. Una ausencia produce la otra. Cristo se propone - a Si mismo - como modelo donde afianzar una legitima antropología: "Aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón". La humildad es virtud de sabios y auténticos protagonistas de un pueblo, que a su tiempo supo elegirlos e intenta sostenerlos responsablemente. El lenguaje evangélico debe ser descifrado siempre, principalmente por quienes, gracias a la fe, se empeñan en su progresivo conocimiento. El Papa Francisco se dirige a todos, pero, en primer término, a quienes por estar bautizados han recibido la misión de ser discípulos y misioneros. La fe cristiana conserva, en su ineludible anuncio, los valores que el mundo actual se empeña en arrinconar entre los trastos viejos e inutilizados de la historia. Es preciso recuperarlos y exponerlos hoy a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
3.- Hacia una evangelización renovada. Es misión de la evangelización, que la Iglesia de Cristo no deja de renovar, que los valores mencionados ocupen sus lugares originales. De otra manera se producirá un naufragio irreparable. La inconsciencia con respecto a la gravedad de la hora, en amplios sectores de nuestra sociedad, impide la colaboración de gente capacitada y el hallazgo de soluciones adecuadas. El descuido o la indiferencia avanzan en los horizontes de este mundo. Nadie puede escapar de los estragos ocasionados por tantos desaciertos y acumulados en la enorme vidriera de la historia. Nadie, tampoco, puede excusarse de su personal responsabilidad, a la hora de decidir políticas y comportamientos, tanto públicos como privados. Debiéramos excluir las acusaciones que no incluyan un "nosotros" humilde y dispuesto al cambio. No estamos dando pasos convenientes hacia esa anhelada situación. Al contrario, parece producirse un cono de sombras que entenebrece más el futuro. Es el momento de que cada uno se comprometa, personalmente, a poner lo suyo al servicio de su propia comunidad.
4.- Necesarias conversiones. Su misión de dar cumplimiento a la Ley incluye al precepto máximo. El nuevo ser, nacido de las entrañas de la Cruz redentora, dispone de un Espíritu nuevo. Gracias al mismo, la lectura de aquel primer mandamiento debe incorporar un nuevo elemento de interpretación que, sin anularlo, lo perfecciona: "Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores, así serán hijos de Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre buenos y malos, y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. " (Mateo 5, 43-45) El Evangelio es pacíficamente revolucionario. El cambio que propicia se produce en el interior de cada persona. ¡Cuántas veces lo hemos escuchado! - "no hay cambio real de estructuras, sin que cambien las personas que las han creado y necesitan reemplazarlas". Es un desafío que debemos aceptar solidariamente y con honesta disponibilidad a esas necesarias conversiones.+
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