La Plata (Buenos Aires) (AICA): El arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, utilizó su espacio televisivo semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor”, para reflexionar sobre la Cuaresma, diciendo que es un tiempo de preparación para la próxima celebración del misterio pascual en la Semana Santa. “La Cuaresma -dijo- es un período penitencial referido a la conversión”, por tanto “es un cambio de mentalidad, un cambio en la manera de contemplar el mundo y, por tanto, de obrar en consecuencia”. “Lo que nos pide la Iglesia en este período es que atendamos el llamado del Evangelio: ¡conviértanse! Eso es lo que nos dice Jesús en el inicio de su predicación y todos tenemos que hacernos este planteo para ver de qué manera estamos llevando adelante nuestra vida cristiana”.
“La Cuaresma es un período penitencial -comenzó diciendo-; pero ¿es simplemente hacer penitencia? ¿Dedicarnos a algunas prácticas exteriores de penitencia o tener algunos gestos de austeridad? En realidad eso no está excluido, pero lo penitencial hace referencia a la conversión, al camino, al proceso de la conversión”, por tanto “es un cambio de mentalidad, un cambio en la manera de mirar las cosas y de contemplar el mundo y, por tanto, de obrar en consecuencia”.
“Lo que nos pide la Iglesia en este período -continuó- es que recibamos con un corazón abierto y nos replanteemos aquel llamado fundamental del Evangelio: ¡conviértanse! Eso es lo que nos dice Jesús en el inicio de su predicación y todos tenemos que hacernos este planteo para ver de qué manera estamos llevando adelante nuestra vida cristiana”.
“Tradicionalmente -explicó monseñor Aguer-, la Iglesia Católica cifró esa conversión cuaresmal, en tres órdenes de cosas.
“Por un lado, en el ejercicio de la austeridad y podemos todos aplicarnos a eso. Es verdad que han cambiado mucho las costumbres y el ritmo de vida frenético que llevamos nos obliga a cuidarnos un poco más, a tener un poco más de consideración con nosotros mismos, aún en el aspecto físico de nuestro ser, pero sin embargo de cuántas cosas superfluas podríamos privarnos y no sólo para hacer un sacrificio sino que la Iglesia asocia esta primera dimensión con otra que es la caridad, ayudar a nuestros hermanos más necesitados”.
“¿De dónde debiera salir lo que empleamos para ayudar a los necesitados? Debería salir de lo que nos privamos porque lo consideramos superfluo, porque en realidad no es necesario para llevar una vida como Dios quiere”.
“Pero además -añadió el prelado platense- hay algo que es básico y es la tercera dimensión: el espíritu de oración. No puede haber un cambio de mentalidad, no puede haber un giro en la manera de mirar las cosas, si no cultivamos la intimidad con el Señor. La Cuaresma es un llamado a cultivar la intimidad con el Señor”.
Sin embargo, acotó, “no se trata solo de rezar sino de acceder a la contemplación de Cristo y a la intimidad con Él. A pedirle al Señor que hable a nuestro corazón y que nos dé la gracia de que nuestro corazón se abra a sus palabras y que empecemos a descubrir ese mundo espiritual al que miramos desde lejos porque nos parece que sólo los santos tienen acceso a la intimidad con Cristo pero lo real es que Él nos llama a todos a esa intimidad con Él”.
“De esta manera -sintetizó-, mediante la austeridad, la caridad ejercida especialmente como beneficencia, o sea como ayuda a los más necesitados y para compartir con los que nos necesitan y, finalmente, con el espíritu de oración nos preparamos para celebrar la próxima Pascua”.
“Las Semanas Santas se suceden en nuestras vidas pero alguna puede ser decisiva, alguna Pascua puede ser efectivamente una resurrección nuestra con el Señor para una etapa nueva que sólo Él conoce pero nosotros esperanzados nos ponemos en sus manos”, concluyó.+
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