Mons. Martorell llamó a la Iglesia a dejarse llevar por el Espíritu Santo

Mons. Martorell llamó a la Iglesia a dejarse llevar por el Espíritu Santo

Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): El 15 de mayo, fiesta de Pentecostés, el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, aseguró que “el Espíritu Santo no lleva a la Iglesia por un camino fácil, exento de dificultades y de luchas”, sino que más bien “la sostiene para que avance a través de éstas con constancia, serenidad y alegre de sufrir por Cristo”, y llamó a los bautizados a “vivir del Espíritu”.
El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, aseguró que “en Pentecostés, la Iglesia asumió su misión evangelizadora”, y que “todo lo que ésta ha realizado en estos milenios fue por obra del Espíritu Santo, que nunca cesó de asistirla e infundirle el necesario vigor para el cumplimiento de su misión”.

Sin embargo, aseveró que “el Espíritu Santo no lleva a la Iglesia por un camino fácil, exento de dificultades y de luchas”, sino que más bien “la sostiene para que avance a través de éstas con constancia, serenidad y alegre de sufrir por Cristo”.

Asimismo, afirmó que “la fuerza de la Iglesia actual, como lo fue para la primitiva Iglesia, está en dejarse guiar por el Espíritu Santo, sacando de Él el aliento para dar testimonio de Cristo y difundir el Evangelio, no obstante las contradicciones y las persecuciones que pueda sufrir”.

“El Espíritu Santo -si los hombres no ponen obstáculos a su acción- promueve siempre la unidad de los corazones y de las mentes, despierta el verdadero sentido de fraternidad y continuamente produce y urge la caridad entre los hombres”, explicó el obispo.

Y agregó que si bien “la acción del Espíritu Santo es por demás poderosa y eficaz, al ser Espíritu de amor, no quiere violentar la libertad humana, sino que espera a que el hombre acepte libremente sus impulsos y le entregue por amor la propia voluntad”, por lo tanto, “cuando el Espíritu encuentra resistencia en el hombre, retira de él sus gracias y lo deja en la mediocridad”.

“Es además la lógica de quien desea vivir su propio bautismo: si vivimos del Espíritu, andamos siempre según el Espíritu cuyos frutos son la alegría, la paz, la fraternidad, el cuidado de uno mismo y del prójimo, la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Este es el mundo nuevo y mejor que desea el Espíritu para todos los hombres de buena voluntad”, concluyó.

Ver homilía de monseñor Marcelo Raúl Martorell completa.+

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