En la celebración eucarística presidida por el pontífice participaron los secretarios de los nuncios apostólicos, unos 160 sacerdotes presentes en el Vaticano, con motivo del jubileo de los colaboradores de las representaciones diplomáticas que organizó la Secretaría de Estado de la Santa Sede.
“El Señor nos hace entender donde está la semilla del anticristo, la semilla que arruina su Reino”, sostuvo al reflexionar sobre el pasaje evangélico en el que Jesús expulsa a los mercaderes del Templo transformado en una cueva de ladrones.
El Papa advirtió que “el corazón apegado al dinero es un corazón idólatra”, y recordó que “nadie puede servir a dos señores, a dos patrones”, a Dios y al dinero.
“Y estos que cambiaban dinero o vendían cosas, alquilaban esos puestos a los sacerdotes…” Este señor dinero nos puede arruinar, en cambio el verdadero Señor es el único capaz de darnos la verdadera alegría, indicó Francisco.
Tras señalar que “nuestro comportamiento es una decisión personal”, invitó a interrogarse: “¿Cómo es nuestra actitud ante el dinero, están apegados al dinero?”.
“El pueblo de Dios tiene un gran olfato en aceptar, canonizar o condenar, perdona tantas debilidades pero no dos: el apego al dinero” y también “cuando el cura maltrata a los fieles”.
“Es triste ver a un sacerdote que llega al final de su vida, en agonía o en coma, y los nietos como buitres están allí mirando de qué pueden apropiarse”, dijo al recordar a Raquel y sus ídolos escondidos.
Francisco invitó así a hacer un examen de conciencia, con valentía y a tomar decisiones, teniendo solamente el dinero suficiente de un honesto trabajador.
“Que el Señor nos dé la gracia de esta pobreza de operarios, de aquellos que trabajan y ganan lo justo y no buscan más”, concluyó.+
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