Mons. Marino: “Las grandes solemnidades de la liturgia deben ser pedagógicamente preparadas”
El prelado explicó que el tiempo de Adviento “es una pedagogía de cuatro semanas que nos encamina a una celebración fructuosa de la Navidad”, y aseguró que la liturgia es una “excelente escuela y los pastores son los pedagogos” porque “conducen a los fieles para que entren en el misterio de Cristo”.
Asimismo, aseveró que estas solemnidades “debemos prepararlas con nuestra actitud interior, porque daremos a los demás aquello que hemos recibido por gracia, que hemos previamente asimilado, y por tanto nos llena”. “Si lo que hacemos, lo que organizamos, lo que predicamos, no nos llena, no nos impregna, esto terminará notándose”, manifestó.
También, llamó a “estar en vela” ya que “la vida cotidiana y ordinaria nos puede adormecer y, creyendo estar despiertos, resulta que estamos dormidos o distraídos para lo esencial”.
“La rutina de trabajo y un realismo sólo humano que mira lo urgente y lo práctico nos pueden llevar a una mirada casi pagana de la realidad”, observó el prelado y agregó: “Jesús nos invita al verdadero realismo cristiano, que no es evasión o fuga o falso idealismo, sino estar espiritualmente despiertos y siempre atentos”.
Dios presente la vida cotidiana
En su reflexión, el obispo invitó a meditar sobre “la venida gloriosa del Señor” y “la hora final de nuestra vida cuyo término se nos escapa”. “Pensamos en la preparación de la Navidad. Durante el tiempo del Adviento la Iglesia nos llevará, sobre todo en las últimas semanas, a detenernos en la venida histórica de Jesucristo, que fue esperada y preparada durante siglos”, explicó.
Y continuó: “En una época en que la Navidad está tan secularizada, Jesús Niño es el gran ausente. La televisión, la propaganda y los comercios presentan la figura de Papá Noel, o de un trineo o de un árbol de Navidad cuyo significado se ha perdido. Se habla mucho de la cena de Navidad y de los regalos, y el saludo se diluyó en un genérico ‘felices fiestas’. Nada sobre el nacimiento de Cristo. De allí la importancia de encarar con sentido misionero una salida de nuestros cuadros apostólicos con estudiadas iniciativas”.
Luego, el obispo destacó: “Pero entre la primera venida ya cumplida y la última que esperamos, se sitúa la venida permanente del Señor en los acontecimientos de la vida”.
“En este tiempo de preparación a la Navidad debemos tomar conciencia de que el Señor sigue viniendo a nosotros en las cosas ordinarias y extraordinarias, en alegrías y tristezas, o en acontecimientos que nos ponen en crisis, de la vida personal, social o eclesial”, afirmó.
“Pensamos, por tanto, en la venida cotidiana de Cristo, espiritual y escondida, golpeando a la puerta del corazón y pidiendo ser reconocido en el prójimo enfermo y necesitado, aprendiendo a tomar comunitariamente iniciativas que ya han mostrado su eficacia”, concluyó.+
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