Mons. Martínez instó en Loreto a ser una Iglesia que ame y samaritana
Los peregrinos, en su mayoría jóvenes, salieron de Posadas, Alem y Jardín América, y llegaron a pie al santuario, para pedirle y agradecerle a María de Loreto, protectora de la diócesis.
La misa central fue presidida el domingo a las 9 por el obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, y concelebrada por los sacerdotes de la diócesis.
La celebración eucarística de la peregrinación fue el cierre del Año de la Misericordia en la diócesis y se enmarcó en la solemnidad de Cristo Rey y de los Santos Mártires y la figura de Roque González.
En la homilía, monseñor Martínez destacó: “Es importante que recordemos que anunciar a Jesucristo con el ardor de los mártires, es tener una mirada especial sobre la evangelización y sobre el camino de nuestra diócesis”.
“Hoy ver cómo vinieron de distintas maneras, comunidades ciclistas, caminando, en colectivos o en autos particulares, nos hace darnos cuenta de la importancia de esta festividad y de la piedad popular. La fe de nuestros pueblos que cada vez se hace más presente”, agregó.
En relación al año jubilar, el prelado dijo: “Concluyendo el Año de la Misericordia. Siempre estaba el tema de la misericordia, hemos podido orar y siempre crecer en misericordia con nuestros hermanos. Alimentar la fe con la caridad y la misericordia, nos hace más hermanos y un pueblo mucho más justo y unido. Tenemos que probar nuestra fe con el amor y la caridad, teniendo gestos concretos y reales con nuestros hermanos”.
“No podremos evangelizar si no hemos amado. La fuente de la evangelización siempre es el amor, es entender las miserias del otro, sus dolores y sufrirlos con paciencia. Enseñarles que no todo está perdido y que el amor, siempre es la premisa en el evangelizar. La fe sin caridad no es una fe cristiana, es importante que tengamos algunos valores que brotan del Evangelio, para poder tener una vida cotidiana más simple y con más amor”.
Monseñor Martínez sostuvo que lo importante es “tener la certeza de anunciar a Cristo cuando amamos. Como lo hicieron los Santos Mártires que salieron a buscar a la gente, y lo hicieron porque amaron, amaron hasta el final, dejando de lado todo y dando su vida en favor de la evangelización. Ellos también se identificaron con Jesucristo, también murieron por amor. Pero debemos recordar que la muerte no tiene la última palabra, ya que nuestros mártires amaron y su amor fue fecundo. Es muy bueno recordar a Antonio Ruiz de Montoya que es un ejemplo emblemático. La epopeya que hizo en la región del Guaira, fue algo que cambió la historia. Nuestros mártires amaron y su amor fue fecundo”.
Asimismo, destacó la figura de Roque González y dijo “nuestros hermanos sufrían ahí el dolor y la muerte. Roque refundó comunidades, y ayudó a construir sociedades. Los restos de él quisieron descansar aquí en Loreto. Podemos decir que él nos amó y cuando padeció nos dejó un signo. Nosotros tenemos que amar, esa es la enseñanza fuerte”.
Llamó a “ser una Iglesia que ame. Que tenga amor, siendo misericordiosa y samaritana, que sea una Iglesia con gestos concretos. Estamos llamados a terminar el año litúrgico, intensificando el poder de la oración, comprendiendo que en los pequeños y en los humildes está el lenguaje de Dios y que ellos son los que lo entienden a la perfección. Pidámosle al Señor poder asumir la caridad como estilo de vida”.
Al finalizar la misa, monseñor Martínez bendijo a los feligreses y les dio las gracias por animarse a “esta misión, a este encuentro que nos une como una Iglesia en búsqueda constante de amor y misericordia divina expresada a través de la Madre María”.+
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