Mons. Buenanueva: La resurrección de Jesús es una puerta abierta que ofrece esperanza
“Los católicos, y otros cristianos, nos disponemos para la celebración anual de la Pascua”, comienza la reflexión publicada este domingo en el periódico “La voz de San Justo” con el título “A las puertas de la Pascua”.
“Para la piedad popular, el Viernes Santo sigue representando el momento más fuerte de la Semana Santa”, señala el prelado, quien reconoce que sin embargo, “la liturgia de ese día no toca tanto los corazones como los viacrucis”, sobre todo los que son representados dramáticamente y reúnen a cientos de personas.
El misterio del Dios encarnado que “en la pasión y en la cruz, comparte el dolor humano como Dios sufriente”, asegura el obispo, es conmovedor e impactante. “Sin embargo, la pasión y muerte de Jesús tienen un antes y un después que hay que evocar para comprender a fondo el sentido redentor que le reconoce la fe cristiana”.
Monseñor Buenanueva advierte dos coordenadas en la historia de Jesús: la de una historia humana, real y concreta y la de Dios hecho hombre: En esta inseparable ecuación, Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. “Ambas coordenadas han de ser tenidas en cuenta para intentar contemplar y celebrar el misterio de la Pascua”, indica el obispo.
“La muerte en cruz es fruto del camino concreto de Jesús, de su pasión por el reino de Dios, de su amor compasivo por los pobres, los débiles y pecadores”, recuerda el prelado y subraya que, acusado por razones políticas, Jesús es condenado por una causa eminentemente religiosa: “Jesús ha pretendido hacer presente, con sus gestos, palabras y opciones, al mismo Dios vivo, a quien invoca osadamente como “Abba” (Padre querido). Ha pretendido lo que ningún profeta: ser el intérprete definitivo de lo que Dios quiere para el hombre”.
Rechazado por las autoridades religiosas, incomprendido por sus discípulos y por buena parte de su pueblo, se entrega en la pasión expresando visiblemente “ese amor de Dios que redime al hombre”. Ese es el “antes” de la cruz, manifiesta el obispo. Pero, para la fe, hay también un “después” insoslayable: la resurrección.
“Dios Padre no ha dejado que su Hijo sea devorado definitivamente por la muerte”. El don de su Espíritu ha arrancado a Jesús de la tumba y le ha dado la plenitud de la vida en la resurrección, recalca el obispo de San Francisco, y sostiene que “esta es la confesión de fe de la Iglesia, desde el primer instante: no buscar entre los muertos al viviente; Jesús, el crucificado es el resucitado, a quien Dios ha glorificado. Ha entrado así en la vida plena y verdadera”.
“Si su muerte fue redentora, por su amor solidario y compasivo con todos los hombres, su resurrección es también una puerta abierta que ofrece una esperanza cierta para quienes todavía caminamos en la fragilidad de la historia humana”, afirma en su columna monseñor Buenanueva, e insiste en que “la resurrección de Jesús es la obra más grande de Dios a favor de la vida de los hombres. Allí se ha mostrado para siempre como el Dios amigo de la vida”.
“No es simple recuerdo del pasado, sino un hacer presente el acto liberador del Dios amor, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en el hoy de nuestra historia, para que nos ayude a abrir nuestro mundo al reino de Dios”, afirma, y anima a responder a la llamada de Jesús, “participando con fe de las celebraciones de tu comunidad cristiana”.+
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