Mons. Tissera a los nuevos diáconos: "El 'sí' de ustedes nos rejuvenece y alienta"
La celebración comenzó pasadas las 18, y contó con la presencia de los provinciales salesianos de Argentina Norte y Argentina Sur, Gabriel Romero y Honorio Caucamán, más de 30 sacerdotes de la Obra de Don Bosco, y más de 500 fieles que se acercaron de distintos puntos del país a acompañar a los nuevos diáconos.
En su homilía, monseñor Tissera se dirigió a los recién ordenados: “El ‘sí’ de ustedes nos rejuvenece y nos alienta en nuestro seguimiento de Jesús”, afirmó.
“Queridos amigos, hoy el Espíritu Santo los fortalecerá para que ayuden al obispo, a su presbiterio como salesianos, anunciando la Palabra de Dios, actuando como ministros del altar y atendiendo a las obras de caridad, como servidores de todos los hombres. Como ministros del altar, proclamarán el Evangelio, prepararán el sacrificio de la Eucaristía, y repartirán el Cuerpo y la Sangre del Señor a los fieles. Podrán dirigir las celebraciones litúrgicas, administrar el bautismo, autorizar y bendecir los matrimonios, llevar el viático a los moribundos y presidir las exequias”, expresó.
“El Espíritu los iluminará y fortalecerá para ser predicadores del Reino. Anunciar a Jesucristo, como dice Francisco a los jóvenes: ‘Es un anuncio que incluye tres grandes verdades que todos necesitamos escuchar siempre, una y otra vez’”, añadió.
En ese sentido, anunció a cada uno la primera verdad: “Dios te ama. Si ya lo escuchaste no importa, te lo quiero recordar: Dios te ama. Nunca lo dudes, más allá de lo que te suceda en la vida. En cualquier circunstancia, eres infinitamente amado”.
“La segunda verdad es que Cristo, por amor, se entregó hasta el final para salvarte. Sus brazos abiertos en la Cruz son el signo más precioso de un amigo capaz de llegar hasta el extremo. Como dice San Pablo: «Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí»”, continuó.
“Pero hay una tercera verdad, que es inseparable de la anterior: ¡Él vive! Hay que volver a recordarlo con frecuencia, porque corremos el riesgo de tomar a Jesucristo sólo como un buen ejemplo del pasado, como un recuerdo, como alguien que nos salvó hace dos mil años. Eso no nos serviría de nada, nos dejaría iguales, eso no nos liberaría”, concluyó.
“Queridos ordenandos: Hoy, Jesús les dice, como en aquel sueño de Don Bosco a sus nueve años, ‘Yo te daré la Maestra bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sabio, y sin la cual toda sabiduría se convierte en necedad’. María Auxiliadora pone la mano sobre ustedes y les dice: ‘A su tiempo lo comprenderás todo’”.
Y dirigiéndose a cada uno de los nuevos diáconos, monseñor Tissera deseó: “Federico: Que María Auxiliadora, que sostiene y acompaña, cobija y abraza, te ayude a ‘llevar el Evangelio en tu vasija de barro’; “Santiago: Que María Auxiliadora, tu Maestra, te acompañe para ir comprendiéndolo todo”; “Facundo: María Auxiliadora, a la que empezaste a querer en tu familia y en tu colegio, te regale su frescura y docilidad para decir “si”, y como Pedro, decirle a Jesús cada día: ‘En tu Palabra echaré las redes’” ; “Daniel: Que María Auxiliadora, que dijo: «Aquí está la servidora del Señor», te haga un fiel ‘discípulo del Señor y servidor de tus hermanos’”.
“Queridas familias de estos diáconos: ¡Gracias por el amor fecundo de ustedes! ¡Gracias por la semilla de la fe que sembraron en estos sus hijos! ¡Gracias por acompañarlos siempre con amor tierno y sencillo! Seguramente ustedes enseñaron a sus hijos lo que Mamá Margarita le dijo a Juan Bosco: ‘prométeme que siempre harás lo que puedas para ser bueno’. Ellos no los olvidarán. Tengan la misma confianza de Mamá Margarita. Dios los bendecirá siempre con su alegría, su paz y su infinito amor”.
“Queridos Salesianos: ¡Gracias por hacer presente en la Iglesia la alegría del Evangelio! Porque ustedes saben que la santidad consiste en ‘estar siempre alegres’”, culminó.
El padre Honorio Caucamán, por su parte, agradeció a monseñor Tissera, a las familias de los nuevos diáconos, a las comunidades salesianas que los recibieron en el camino de su preparación, y a todos los presentes por el acompañamiento.
Luego tomaron la palabra los diáconos que compartieron los lemas de ordenación: Daniel Martínez: “Discípulo del Señor y servidor de mis hermanos” (Mt 10, 1); Facundo De Nicolo: “En tu Palabra, echaré las redes” (Lc 5, 5)”; Federico Salse: “Llevamos el Evangelio en vasijas de barro” (2Cor 4, 7); y Santiago Cieschi: “Yo te daré la Maestra…” (Don Bosco). También agradecieron a sus familias y comunidades, y pidieron oración.
Para finalizar, los cuatro diáconos se acercaron a un cuadro de María Auxiliadora que fue bendecido por Don Bosco, y se encomendaron a la Virgen.+
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