Mons. Aguer se refirió a la “cultura de boliche”
“Aunque han transcurrido varias semana –comenzó diciendo el prelado-, creo que todos como yo estamos impresionados por lo que ocurrió en Villa Gesell: ese crimen donde una patota de diez muchachos mató a un chico de 19 años”.
“A propósito de eso tan excepcional habría que pensar que no es tan excepcional. Hubo casos semejantes que no llegaron a la muerte pero, en algunos casos, poco faltó. Y no sólo entre varones también entre chicas. ¿Cómo se entiende esto?”.
Ni rugbiers ni machismo: boliche
“Me llamó la atención que comentando el crimen de Villa Gesell muchos medios de comunicación insistían en el asunto del rugby y como que la culpa sería de ese deporte. Es un disparate insistir en que son rugbiers y por eso tienen que ser así. Y otra cosa, tal vez peor, las elucubraciones psicoanalíticas sobre el machismo.
“Pero nadie hablaba de algo que está en la base de esta problemática y es lo que yo llamo ‘la cultura de boliche’. Esto es, que los jóvenes que después de una previa de varias horas en sus casas ya van alcoholizados al boliche, a las 2 o 3 de la mañana, y allí hay música, saltos y más saltos, promiscuidad, amontonamiento, y más alcohol y también droga. Muchas veces sabemos que hay droga también”.
La cultura de boliche y la complicidad de los padres
“¿En ese contexto cómo se puede vivir humanamente un rato de diversión? Ahí está la cosa y vemos que esta “cultura de boliche” se extiende en todas partes y los chicos que concurren son cada vez más jóvenes, comienzan más temprano. Pienso en los colegios católicos con el famoso asunto del llamado “viaje de egresados” que es uno de estos casos porque van 15 días o una semana a Bariloche u otro lugar pero a qué. Lo que les importa es ir a ‘bolichear’ nada más y después están zombis todo el día”.
“Los padres tienen mucho que ver con todo esto. Para que no corran peligro, les preparan la previa en la casa, le ponen el alcohol en la casa y demás. Eso es la “cultura de boliche” que es algo gravísimo desde el punto de vista antropológico y creo que por aquí debía andar la reflexión. Todo eso es la abolición del auténtico sentido de lo humano de la fiesta porque no hay fiesta allí”.
La verdadera fiesta
“Existe todo una teoría de la “fiesta” que es preciosa en la tradición filosófica occidental y cristiana donde la fiesta es un corte del mundo del trabajo digamos así, del mundo de la ocupación semanal y uno sale de allí y necesita eso, necesita ese corte y eso es la fiesta. Ahora bien, desde su raíz griega, la fiesta no es la abolición de la vida o la obnubilación de todo lo que uno es sino que, al contrario, es el punto culminante de la existencia pero no puede haber fiesta sin amistad verdadera, sin serenidad y, en todo caso, sin belleza. Belleza, verdad y bondad marchan siempre juntas y aquí hay mucho que recuperar.
“Por eso digo que es un problema de la sociedad, es un problema cultural. Y esto muestra la decadencia cultural de la Argentina y de otros países. Acá se muestra la decadencia de la vida cristiana en la Argentina o la descristianización que siempre lleva a la deshumanización”.
Porque todos lo hacen
“Es lo que ha pasado aquí. Pienso en esos muchachos, los asesinos serán chicos bautizados, probablemente estudiaron en buenos colegios y hasta en colegios católicos y cómo es posible que hayan llegado a esa bestialidad, que se hayan enajenado de esa manera. Es un enigma pero creo que habría que apuntar allí: se ha perdido el sentido real de la fiesta y la “cultura de boliche” se ha impuesto de un modo tiránico de tal manera que parece que los chicos tienen que hacer eso porque “todos lo hacen y yo también”. Una pena. Pienso en el dolor de los padres que perdieron a un hijo y los acompaño con mi oración en este tremendo momento”.+
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