Mons. Dus: Cuaresma, un llamado a encontrar al otro
Dividida en cinco puntos, la carta sintetiza a la Cuaresma como el camino de la posibilidad del encuentro. Encuentro con la misericordia de Dios, con el Dios que se adelanta y con el otro, como en el camino de Emaús.
“El itinerario cuaresmal hace brotar ya nuestra alegría al recordar el misterio pascual del amor de Cristo, tan real, tan verdadero, tan concreto, que nos ofrece una relación llena de diálogo sincero y fecundo”, expresa al comenzar, recordando la exhortación apostólica postsinodal Christus vivit.
Define a la Cuaresma como “tiempo de gracia y conversión”, “propicio para preparar el corazón y renovar la vida personal y comunitaria”, porque la Pascua “no es un acontecimiento del pasado”, sino una “invitación siempre actual por el poder de su Espíritu, que nos permite mirar y tocar la carne de Cristo, en tantas otras personas que sufren”.
“Nuestra oración surge entonces de la necesidad de responder a un amor que siempre nos precede y nos sostiene”, menciona sobre la oración. “Oramos de verdad cuando lo hacemos con la conciencia de ser amados sin merecerlo”.
Luego sostiene que la Cuaresma “es un llamado a encontrar al otro. A compartir los bienes con los más necesitados mediante la limosna; que es una forma de participación personal en la construcción de un mundo más justo”. Porque “compartir con caridad nos hace más humanos y renueva en nosotros el espíritu de las bienaventuranzas para saber usar de las cosas y del dinero, sin idolatrarlos”.
Finalmente, comparó el camino cuaresmal con el camino de Emaús, que implica un “caminar juntos con el desafío constante de tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús, para reflejar así mismo su identidad”. En este sentido, “tener un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento es la condición de comunión que hace presente al Resucitado en medio de su comunidad”.
Al concluir, el prelado invocó a María, para que “nos ayude a escuchar la Palabra que nos llama a dejarnos reconciliar con Dios. Que Ella nos ayude a poner la mirada del corazón en la Pascua de su Hijo, y que en diálogo abierto y sincero vayamos al encuentro de los hermanos ofreciendo la presencia del Resucitado”.+
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