Mons. Mestre animó a imitar la vocación de María
“En la Argentina estamos transitando el Año Mariano Nacional. En este 2020 celebramos los 400 años del nacimiento de la advocación de Nuestra Señora del Valle, la Virgen Morenita que, desde Catamarca, intercede y acompaña como Madre la vida de nuestro pueblo”, señaló el obispo. “Con María servidores de la esperanza es el lema de esta gozosa fiesta de la fe en nuestra Patria. Es por eso que, en el marco de este grato acontecimiento eclesial, deseo tomar como referencia la figura de la Bienaventurada Virgen María para reflexionar en este Mensaje Vocacional”, expresó.
En ese sentido, y contemplando el relato de la Anunciación, propuso tres breves puntos para meditar y reflexionar en clave vocacional. “Sintetizo la iluminación en tres palabras: desconcierto, imposible, entrega”.
1. El llamado vocacional se inserta en el DESCONCIERTO de la vida
“María está desconcertada y se pregunta muchas cosas. Así es la vida de María, así es nuestra vida. El desconcierto es parte de nuestra existencia cotidiana nos guste o no… Por eso la vocación cristiana, el llamado vocacional se inserta inexorablemente en estos desconciertos. No tenemos que temer ni a las preguntas ni a los desconciertos de la vida. Debemos asumirlos como desafíos que Dios nos presenta para nuestro crecimiento y desarrollo vocacional. En medio de las preguntas y las situaciones de desconcierto Dios irrumpe con su Palabra y su proyecto de vida vocacional”.
Al respecto, preguntó: “¿Cuáles son mis desconciertos hoy…? ¿Qué preguntas importantes tengo y me hago en este momento de la vida? Como joven, como adulto: ¿Asumo y acepto estos desconciertos y preguntas? ¿Los integro como parte esencial de mi llamado vocacional? Mirando el futuro: ¿Qué situaciones me causan miedo e interrogantes?”
“¡Con María aceptemos y asumamos los desconciertos propios de la vida! ¡Con María servidores de la esperanza!”, animó.
2. El llamado vocacional es testimoniar que no hay nada IMPOSIBLE para Dios
“María es mujer de fe profunda y vital. Por eso capta y acepta sin dificultad las palabras del Ángel: “no hay nada imposible para Dios”. La vocación de María se define desde su fe en Dios. Su encuentro con el Dios vivo, uno y trino queda patente en este relato de la Anunciación: es la madre del Salvador, del Hijo; por el poder del Altísimo, del Padre de los cielos y por la acción fecunda del Espíritu Santo que desciende sobre ella. La vocación de María es testimoniar que realmente para Dios nada es imposible. Esa es también nuestra vocación. Que podamos potenciar cada día nuestro servicio evangelizador que cante al mundo las maravillas del Señor. Que seamos personas de fe y digamos sin miedo, incluso en medio de las dificultades de la vida, que para Dios nada es imposible”.
“¿Qué implica para mí la frase evangélica “no hay nada imposible para Dios? ¿Soy realmente un hombre, una mujer de fe…? ¿Cómo es mi fe hoy…? ¿Vital, profunda, entusiasta, comprometida, realmente confiada…? ¿Busco sinceramente nutrir mi fe con la oración, los Sacramentos y la vida comunitaria en la Iglesia? ¿Transmito a los demás en la experiencia cotidiana que para Dios nada es imposible?”, interrogó.
“¡Con María gritemos que para Dios nada es imposible! ¡Con María servidores de la esperanza!”, exclamó.
3. El llamado vocacional es una libertad que se ENTREGA
“Mirando la totalidad del relato de la Anunciación y deteniéndonos en la frase final de María, ‘Hágase en mí según tu Palabra’, entendemos el sentido profundo y total de la vocación: una libertad que se entrega. La Virgen entrega, ofrece, presenta su libertad al Dios vivo y verdadero y por eso ratificó con claridad que realmente es ‘la esclava del Señor’. Nuestra Madre es hoy para nosotros verdadero modelo de vocación e intercede para que también podamos entregar nuestra vida a Dios en el servicio de los hermanos. María nos enseña a superar el miedo y la parálisis de la vida y entregar con alegría nuestro corazón a Jesús para la vocación específica que siempre soñó para cada uno de nosotros”, aseguró.
“¿Dejo que la Virgen sea mi modelo de entrega vocacional a Dios? Con mi vocación específica ya definida: ¿sigo entregando mi vida a Jesús y a los hermanos? ¿Experimento la alegría de la entrega cotidiana? Si no he definido aún mi vocación específica: ¿tengo el corazón abierto para entregarme a Dios dónde Él lo quiera? ¿Me da miedo entregar mi libertad a Dios? ¿Cómo manejo habitualmente la hermosa libertad que Dios me regala? ¿Es una libertad para la verdad, la vida, la belleza, el amor, el compromiso, la alegría…? ¿Qué estoy esperando para discernir y decidir mi entrega específica en el llamado vocacional?”, planteó.
Finalmente, exhortó: “¡Con María y como María entreguemos a Dios nuestra libertad y digámosle ‘Hágase en mí según tu Palabra’! ¡Con María servidores de la esperanza!”.
“¡Virgencita del Valle! ¡Ruega por nosotros!”, concluyó.+
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