Arzobispo paraguayo afirmó que “la Iglesia no puede vivir de Eucaristías virtuales”

Arzobispo paraguayo afirmó que “la Iglesia no puede vivir de Eucaristías virtuales”

Asunción (Paraguay) (AICA): El arzobispo de la Santísima Asunción en Paraguay, monseñor Edmundo Valenzuela, hizo un llamado a reanudar prontamente el culto público y recuperar la dimensión comunitaria de la Iglesia ya que “no podemos vivir de Eucaristías virtuales”, dijo el arzobispo. “La Iglesia tiene tanta fuerza para sanar como los médicos, éstos sanan el cuerpo, pero no basta. La misión de la Iglesia, que significa comunidad, está en reunirse con las personas para encontrarse, sentirse amados, rezar y celebrar juntos los misterios de nuestra fe”, aseguró.
El arzobispo de la Santísima Asunción en Paraguay, monseñor Edmundo Valenzuela, hizo un llamado a reanudar prontamente el culto público y recuperar la dimensión comunitaria de la Iglesia ya que “no podemos vivir de Eucaristías virtuales”, dijo el arzobispo.

Al celebrar la fiesta de la Divina Misericordia en el segundo domingo de Pascua, en medio de las medidas de confinamiento para la prevención del contagio del coronavirus, monseñor Valenzuela relacionó las condiciones de los apóstoles en el Evangelio, encerrados por miedo a los judíos, con la situación actual de los creyentes y recordó el mensaje de consuelo y esperanza que les llevó Cristo resucitado. Finalmente, hizo un llamado a reanudar prontamente el culto público y recuperar la dimensión comunitaria de la Iglesia.

“También nosotros estamos con las puertas cerradas, por miedo del contagio. Jesús nos saluda a cada uno, nos desea la paz, es decir, todo bien que procede de Dios y da vida”, dijo el arzobispo, según publicó el arzobispado de Asunción en su sitio web, y recordó que al soplar sobre los apóstoles el Espíritu Santo y darles poder para perdonar o retener los pecados, Cristo envía a sus discípulos a continuar su misión e instituye el sacramento de la penitencia para llevar a todo el mundo su misericordia.

“La resurrección de Jesucristo inicia una historia de apertura a Dios, de ver en Él, el cumplimiento del proyecto del Padre, una nueva creación, un nuevo modo de vivir del hombre”, comentó el prelado. “Es verdad que pone en crisis a la razón, pues con la lógica humana es simplemente incomprensible. Hace falta la lógica de la fe, basada en los testigos de la resurrección”.

“De una manera contraria -continuó- a la confianza en la misericordia de Dios, la pandemia y el aislamiento han suscitado cambios negativos en la población. Ha desestabilizado la sociedad, nos hemos considerado uno a otro, como un peligro. Nos ocultamos detrás de una tela, con desconfianza, previniéndonos del contagio que podría venir del que está a mi lado”, alertó el arzobispo.

“También lamentó que la desconfianza afecta a las familias y promueve una cultura de descarte, en particular hacia las personas mayores. “¡Qué terrible mal sicológico y social en que estamos! Démonos cuenta de esta situación que está influyendo tremendamente sobre nuestra cultura, nuestra sociedad y muy fuertemente también sobre la misma Iglesia”, advirtió el prelado.

“Sin comunidad, nos sentimos distanciados, lejanos, virtualmente cercanos, pero físicamente pensamos que el otro es un enemigo, es amenaza a mi salud individual, un peligro del que debo cuidarme. A eso hemos llegado”.

Por estos motivos, hizo un llamado al retorno a la celebración pública de la Eucaristía. “Más que nunca, la Iglesia necesita recuperar la experiencia de comunidad. No podemos vivir de eucaristías virtuales”, aseguró el arzobispo.

“La Iglesia tiene tanta fuerza para sanar como los médicos, éstos sanan el cuerpo, pero no basta. La misión de la Iglesia, que significa comunidad, está en reunirse las personas para encontrarse, sentirse amados, rezar y celebrar juntos los misterios de nuestra fe”.

“Debemos retornar cuanto antes a la celebración de los sacramentos, especialmente el de la reconciliación y el de la eucaristía. Debemos retornar cuanto antes a esa vida de la Iglesia”, exhortó.

“Los sacerdotes y diáconos, los catequistas y ministros extraordinarios de la eucaristía son tan trabajadores como otros trabajadores. Somos trabajadores de la viña del Señor y debemos recuperar nuestra misión”. +

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