Mons. Arancedo llamó a combatir el narcotráfico y recuerda al padre Carlos Mugica
Pilar (Buenos Aires) (AICA): El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, hizo este lunes un nuevo llamado a proponer acciones para combatir el delito del narcotráfico en el país y recordó el servicio a favor de los más necesitados del padre Carlos Mugica, a 40 años de su asesinato. ¨Hemos hablado con preocupación de la realidad de la droga con su rostro de violencia e inseguridad, como de negocio y de muerte. Es necesaria una actitud definida frente a lo que no dudamos en llamar el delito del narcotráfico¨, subrayó en la homilía de la misa de apertura de la 107 asamblea plenaria, tras un intercambio sobre la realidad social y política del país en la casa de ejercicios El Cenáculo-La Montonera, de Pilar, donde hasta el sábado deliberará un centenar de obispos.
El prelado presidió esta noche la misa de apertura de la 107 asamblea plenaria, tras un intercambio sobre la realidad social y política del país en la casa de ejercicios El Cenáculo-La Montonera, de Pilar, donde hasta el sábado deliberará un centenar de obispos.
"Hemos hablado con preocupación de la realidad de la droga con su rostro de violencia e inseguridad, como de negocio y de muerte. Es necesaria una actitud definida frente a lo que no dudamos en llamar el delito del narcotráfico", dijo en la homilía.
Monseñor Arancedo admitió que "este flagelo tiene raíces muy profundas" y advirtió que "hay una orfandad social y afectiva en muchos jóvenes que los hace presa fácil de una sociedad que en su afán de lucro no tiene límites".
El arzobispo santafesino hizo memoria del padre Mugica, quien en "aquellos años duros y tristes de nuestra Patria, fue víctima de un asesinato".
"Fue un sacerdote que vivió su fe y ministerio en comunión con la Iglesia y al servicio de los más necesitados, que aún lo recuerdan con gratitud, cariño y dolor", subrayó al referirse al sacerdote que trabajó junto a los vecinos de la villa 31 del barrio porteño de Retiro.
Texto completo de la homilía
Iniciamos con la celebración de esta eucaristía nuestra 107° Asamblea Plenaria,
poniéndonos en presencia de Dios, pidiendo la asistencia de su Espíritu y renovando
nuestro compromiso al servicio del Pueblo de Dios. Vivamos con gratitud este
encuentro que fortalece nuestro afecto colegial y servicio pastoral. En la proclamación
de la Palabra de Dios hemos escuchado la respuesta que da el Señor a la pregunta de los
apóstoles: ¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios? En ella se nos habla de
una actitud de fe y de entrega generosa a su persona y su palabra: “La obra de Dios, nos
dice, es que ustedes crean en aquel que él ha enviado” (Jn. 6, 28-29). Pidamos la gracia
de ser humildes discípulos del Señor para escuchar su voz, amar y servir su obra.
Traemos de nuestras diócesis las experiencias, realizaciones y preocupaciones de
nuestra gente, ello nos permitirá evaluar el camino recorrido en el marco de las
“Orientaciones Pastorales para el trienio 2011-2014”, como proyectar nuevas acciones.
Nuestra reflexión es de pastores fieles a la palabra del Señor y al magisterio de la
Iglesia pero se alimenta, también, de esa cercanía con nuestra gente donde vemos y
escuchamos sus necesidades, angustias y esperanzas. Esto nos enriquece y compromete
nuestra palabra y acciones pastorales. Somos pastores, nuestra palabra reconoce su
fuente en el amor y la misericordia del Padre, que ha enviado su Hijo al mundo para
salvarlo. Es una palabra que ama y discierne, que preside y sirve, que acompaña y
orienta. Que nuestra palabra sea, Señor, expresión de ese “officium amoris” al que
hemos sido llamados para apacentar tu grey. Contamos, y se lo agradecemos
nuevamente al Santo Padre, con la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium que nos
anima y confirma en el camino de una Iglesia evangelizadora.
Frente a las necesidades materiales y espirituales de nuestro pueblo, no seríamos fieles
al Evangelio, si no fuésemos testigos de una palabra profética y de esperanza. La
profecía busca, desde el amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo, el bien del
hombre. Es una palabra que, incluso en la denuncia, sólo busca ser fiel a Jesucristo.
Nuestra esperanza tiene su fuerza y raíz en Dios, cuya expresión mayor de su
amor venimos de celebrar en la Pascua. Nuestra palabra de pastores se enriquece,
además, con la voz de nuestros fieles que se hace compromiso y oración en nuestras
comunidades. El testimonio de su fe, de su palabra y oración, nos hablan de esa
presencia de Dios en el corazón del hombre a quien buscan, en quien confían y en quien
necesitan apoyarse, porque lo perciben y reconocen como fuente de razón y justicia, de
vida y de paz. ¡Cuánta enseñanza recibimos de esta fe sencilla y profunda de nuestros
hermanos!
Hemos hablado con preocupación de la realidad de la droga con su rostro de violencia e
inseguridad, como de negocio y de muerte. Es necesaria una actitud definida frente a lo
que no dudamos en llamar el delito del narcotráfico. Sabemos, por otra parte, que este flagelo tiene raíces muy profundas. Hay una orfandad social y afectiva en muchos
jóvenes que los hace presa fácil de una sociedad que en su afán de lucro no tiene límites.
La trasmisión y asimilación de valores, es esencial para crecer en un una sociedad de
hombres libres. No hay auténtica libertad sin una referencia al bien y a la verdad. Por
ello, sólo una cultura fundada en los valores como en la ejemplaridad de sus mayores,
va a fortalecer y orientar a la persona en el ejercicio de su libertad.
Es importante, para ello, volver la mirada a la familia y a la escuela como lugares
privilegiados en la trasmisión de cultura, de convivencia y proyectos de vida. Estas
realidades que necesitan de una fuerte presencia del Evangelio, para iluminar y
fortalecer su camino. Recuerdo, en este marco, la riqueza de aquel contenido del núcleo
evangelizador de Nuestras Líneas Pastorales, cuando decíamos: “la Iglesia necesita, con
su predicación y testimonio, suscitar, consolidar y madurar la fe en Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo, presentándola como un potencial que sana, afianza, y
promueve la dignidad del hombre” (n° 16). Hoy más que nunca es actual y necesaria la
predicación del Evangelio, como verdad que da sentido a la vida del hombre y le
descubre su dignidad de hijo de Dios. Siempre la evangelización será nuestro mayor
servicio al hombre, a la cultura y a la sociedad.
Damos comienzo a nuestra 107 ° Asamblea Plenaria, próximo a cumplirse 40 años de la
muerte del Padre Carlos Mugica. Este hecho está presente en la memoria de la Iglesia.
Fue, en aquellos años duros y tristes de nuestra Patria, víctima de un asesinato. Fue un
sacerdote que vivió su fe y ministerio en comunión con la Iglesia y al servicio de los
más necesitados, que aún lo recuerdan con gratitud, cariño y dolor. Elevemos nuestra
oración por él, por nuestro hermano Carlos, y pidamos al Señor que, junto a la verdad y
a la justicia, avancemos en el camino de la concordia y la reconciliación entre los
argentinos, como parte de una cultura del encuentro que nos debemos y que nos
permitirá construir una Patria más unida, más fraterna y solidaria. Que María Santísima,
Nuestra Madre de Luján, nos acompañe en los trabajos que hoy iniciamos.+
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