Recordando la lectura del día, monseñor Ojea consideró que el hombre tiene la tarea de orar y amar para hallar la felicidad en este mundo. Consideró que en el corazón orante del párroco, esa porción del Pueblo de Dios, se encuentra el amor de un padre que escucha las necesidades de su gente.
“El párroco que es verdaderamente sensible, que es accesible, que está a la mano, que no es difícil de encontrar, que puede ser fácilmente tenido en cuenta por su pueblo y amar, va encontrando su verdadera fecundidad”, sostuvo el obispo.
Monseñor Ojea consideró que el sacerdote es fecundo cuando trabaja en unión con los laicos, prepara las actividades, escucha las propuestas que le acercan, acompaña, anima, bendice y alienta las diversas situaciones pastorales que se le presentan.
“¡Qué gran necesidad de sacerdotes tiene el Pueblo de Dios! ¡Qué necesidad de aquel que preside la comunidad, del que anima! ¡Qué necesidad del Padre que acompaña, que aconseja, que está al tanto más o menos, de todo lo que va pasando en la comunidad!”, exclamó.
“Que el Señor los bendiga especialmente en este día; que bendiga especialmente a los que pueden estar más cansados, más agotados, a aquellos que pueden estar pasando por problemas, dificultades”, dijo el prelado.
Monseñor Ojea llamó a rezar por los párrocos y celebrar esta fiesta con ellos, encomendándolos a san Juan María Vianney y al beato Cura Brochero.+
This entry passed through the Full-Text RSS service - if this is your content and you're reading it on someone else's site, please read the FAQ at fivefilters.org/content-only/faq.php#publishers.
Publicar un comentario