Ciudad del Vaticano (AICA): La mujer es mujer y madre, lo recordó con énfasis hoy el papa Francisco, y pidió no reducir a la mujer a cumplir un papel social, o hacerle cubrir roles masculinos que le quitan su característica femenina. Lo dijo al recibir esta mañana en la Sala Clementina a los participantes del Seminario de estudio promovido por el Pontificio Consejo para los Laicos, en ocasión de 25º aniversario de la carta apostólica “Mulieris dignitatem” de Juan Pablo II. Un documento histórico -indicó- el primero del magisterio pontificio dedicado enteramente al tema de la mujer.
En su discurso, el Santo Padre se refirió a la vocación y a la misión de la mujer de nuestro tiempo, y en concreto al punto del documento donde se dice que “Dios confía, de modo especial, el ser humano a la mujer”.
"¿Qué significa esta "custodia especial" del ser humano a la mujer? Me parece claro que mi Predecesor se refiere a la maternidad. Muchas cosas pueden cambiar y han cambiado en la evolución cultural y social, pero el hecho es que la mujer es la que concibe, lleva en su seno y da a luz a los hijos de los hombres. Y esto no es solo un simple hecho biológico, sino que comporta una gran cantidad de implicaciones tanto para la propia mujer, por su forma de ser, como en su relación respecto a la vida humana y la vida en general. Llamando a la mujer a la maternidad, Dios le ha confiado de manera muy especial el ser humano".
Sin embargo, Francisco señaló que hay dos grandes peligros que “mortifican” a la mujer en su vocación.
"El primero es la reducción de la maternidad a una función social, una tarea, que es noble, pero que en realidad aparta a la mujer con todo su potencial, no la valoriza plenamente en la construcción de la comunidad. Tanto en el ámbito civil, como en el eclesial.
“Yo sufro, y lo digo de verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas organizaciones eclesiales que el papel de servicio de la mujer” se desliza “hacia un papel de servidumbre” indicó el santo padre. Y también por esto, “su presencia en la Iglesia tiene que ser más valorizada, evitando transformar su 'papel de servicio' en una tarea 'servil'”.
Y, como reacción a esto, hay otro peligro, en la dirección opuesta: el de promover un tipo de liberación que, para ocupar el espacio sustraído al varón, abandona lo femenino que tiene características valiosas. Y aquí me gustaría hacer hincapié en que la mujer tiene una especial sensibilidad por las "cosas de Dios", en especial para ayudarnos a comprender la misericordia, la ternura y el amor que Dios tiene para nosotros".+
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