La misión educativa es “amor que conduce a Dios”



Buenos Aires (AICA): El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, presidió una celebración eucarística en la iglesia Del Salvador el pasado viernes 27 de septiembre para concluir la entrega de distinciones “Divino Maestro”, en el que llamó a quienes tienen esta tarea a concebirla como misión dentro de la Iglesia. También alertó sobre el creciente clima de violencia e intolerancia en los ámbitos educativos y los materiales oficiales para la educación, “eventualmente agnósticos”.

El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, presidió una celebración eucarística en la iglesia Del Salvador el pasado viernes 27 de septiembre para concluir el acto de entrega de distinciones “Divino Maestro”, premio instituido por el Consejo Superior de Educación Católica (CONSUDEC) como reconocimiento a la tarea de hombres y mujeres que han dedicado sus esfuerzos a la educación como docentes en todo el país.

Durante su homilía, el prelado platense se refirió a san Vicente de Paúl, de quien se honraba la memoria litúrgica, y a quien catalogó como “educador nato”, por su orientación misionera, el ejercicio de la caridad y la referencia total a Dios. “Estos tres valores inspiraron la obra pastoral, asistencial y educativa de Vicente, y pueden servirnos hoy como pautas para perfilar los rasgos de la educación católica; su vigencia necesaria resulta indiscutible, pero además de máxima actualidad en los tiempos que corren”, aseveró.


Luego de esta reseña, monseñor Aguer afirmó que la tarea del educador cristiano es una misión que se inscribe en la misión de la Iglesia. Y si bien admitió que no todos los educadores cultivan de igual manera el sentido misionero de su deber, animó a cultivar ese espíritu entre quienes propagan el conocimiento y la fe cristiana.


“¡Estamos empeñados en una misión, en la misión! –alegó-. La misión educativa conlleva una cuota considerable de riesgo y aventura; nunca conseguimos anticipar con certeza qué frutos se podrán lograr y cómo va a terminar todo. Pero nos empeñamos en el trabajo con inteligencia y corazón. El empeño ha de ser personal y comunitario; ¡debe ser sostenido durablemente!”.


Monseñor Aguer se mostró consciente de las dificultades que implica la educación, y las numerosas pruebas que afrontan los educadores. Pero invitó a no desfallecer ya que esta tarea “es un servicio rendido a Dios, porque es un aspecto de la transmisión de la fe a las nuevas generaciones”.


“La tarea de la educación católica –dijo– es un ejercicio superior de caridad. Digo caridad en el sentido propiamente teológico; hablo de la virtud teologal, de la gracia del amor de Dios que transforma nuestra voluntad y la torna capaz de amar a Dios y a todos por Dios y en Dios. La cuestión clave es ésta: que en nuestras comunidades educativas reine.


Violencia en la escuela. El arzobispo también se hizo eco de la situación escolar actual, con hechos de violencia e intolerancia: “Es un reflejo del estado anímico de excitación que reina en tantos sectores de la sociedad y que constituye un clima de tensión permanente, siempre próximo a estallar. ¿Cómo se desarma este peligrosísimo artefacto? Nosotros podemos aplicar el respeto que brota del amor, la circunspección y la templanza que dan lugar a la justicia y que pueden inspirar la respuesta aplomada y tranquila, decisiones y gestos que son poderosos en su sencillez para poner las cosas en orden”.


“La pauta fundamental de la educación católica es la referencia total a Dios –insistió-. Se trata de hacer presente a Dios en la comunidad educativa y de cultivar en los alumnos el sentido de Dios. Podemos encarar esta finalidad en dos ámbitos complementarios. San Agustín hablaba de dos caminos: el de la erudición y el de la vida”.


Monseñor Aguer también se refirió a la tarea de la educación católica en medio de las publicaciones oficiales “eventualmente agnósticas”. Y señaló: “Es preciso poner en juego una reinterpretación de tales contenidos y la difusión de bibliografía que sea seriamente científica –no el macaneo que pretende serlo- y que constituya un elemento apto para promover el diálogo entre la razón y la fe. La enseñanza de las verdades fundamentales de la fe tienen que desarrollarse en relación con la transmisión de los demás saberes”.


Monseñor Aguer también habló del educador como un orientador en el camino de la vida: “Se trata en este caso de la dimensión práctica de la existencia, de la formación moral y la práctica de las virtudes humanas y cristianas. La catequesis se inscribe, por su parte, en la acción pastoral que procura poner a los alumnos en comunión íntima con Jesucristo e irlos preparando para la realización personal de una síntesis entre fe y vida”.+



Etiquetas:

Publicar un comentario

[facebook][blogger][disqus]

Diocesis de Celaya

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets