Santa Fe (AICA): El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, aseguró que en el período de preparación para el encuentro del Señor que implica el tiempo de Cuaresma “comprendemos mejor las recomendaciones que nos hace san Mateo, sobre la limosna, la oración y el ayuno”, y consideró que “estas prácticas cuaresmales tienen una profunda significación humana y espiritual”. “No se puede comprender el camino cuaresmal si no lo vivimos desde el amor, la humildad y el servicio”, advirtió.
“Esto se debe a que nuestra condición humana necesita disponer de su inteligencia, voluntad y sentimientos. La sabia pedagogía de la liturgia nos propone un tiempo especial para ello. Es un tiempo orientado a reflexionar en la vida y la palabra de Jesucristo”, sostuvo en su alocución semanal.
“Dirijamos en este tiempo nuestra mirada a Jesucristo para reencontrarnos con nosotros mismos. Él nos libera de ese encierro egoísta que nos esclaviza porque nos abre a Dios y a nuestros hermanos”, aseguró.
El prelado indicó que “en este marco de preparación al encuentro con el Señor comprendemos mejor las recomendaciones que nos hace san Mateo, sobre la limosna, la oración y el ayuno”, y consideró que “estas prácticas cuaresmales tienen una profunda significación humana y espiritual”.
“La limosna nos habla de la caridad y la humildad: ‘cuando des limosna, no lo vayas pregonando, como hacen los hipócritas, nos dice, que tu mano izquierda ignore lo que da la derecha’. La referencia primera es Dios que es amor y ‘que ve en lo secreto’”, precisó.
El arzobispo santafesino criticó la “hipocresía” que hay en aparentes limosnas que buscan el lucimiento de quien las hace y también “cuando lo que se entrega no proviene de algo limpio sino de sobrantes de algo sucio”.
“La limosna es un acto de amor que no se mide por la cantidad sino por la intención y honestidad, sólo tiene a Dios como testigo. La limosna no es para tranquilizar la conciencia, sino expresión de una conciencia que busca la reconciliación en la caridad. Ella ayuda a quien la recibe y eleva a quien la practica”, subrayó.
Tras señalar que “la oración nace también en un acto de humildad, que es testimonio de nuestra conciencia de hijos y de búsqueda de Dios”, indicó que el ayuno también se relaciona con Dios y la caridad”.
Por último, monseñor Arancedo puntualizó que “aquello de lo que me privo en el ayuno lo debo orientar a la caridad, al necesitado, al pobre. Al tiempo que el ayuno es una práctica de penitencia es un testimonio de amor. Como vemos, no se puede comprender el camino cuaresmal si no lo vivimos desde el amor, la humildad y el servicio”.+
Texto completo de la alocución
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