Ciudad del Vaticano (AICA): El papa Francisco se encontró esta mañana en el Aula Pablo VI con el clero de Roma. El tema central del encuentro, partiendo del Evangelio de San Mateo, fue la misericordia. Francisco dijo que los sacerdotes deben tener un corazón que se conmueva porque “los sacerdotes asépticos no ayudan a la Iglesia”. “La Iglesia de hoy puede compararse con un ¨hospital de campaña¨; necesitamos curar las heridas. Hay muchas personas heridas, por problemas materiales, por escándalos, incluso en la Iglesia. Gente herida por las ilusiones del mundo. Nosotros, sacerdotes tenemos que estar ahí, al lado de estas personas.”
“No estamos aquí –dijo el Papa- para hacer un buen ejercicio espiritual de inicio de Cuaresma, sino para escuchar la voz del Espíritu que habla a toda la Iglesia en nuestro tiempo, que es exactamente el tiempo de la misericordia”. Ese tiempo ha sido el primer punto de la reflexión de Francisco.
“Hoy todos olvidamos con demasiada rapidez, incluido el Magisterio de la Iglesia. En parte es inevitable, pero el gran contenido, las grandes intuiciones y las consignas al pueblo de Dios no podemos olvidarlas. Y la divina misericordia es una de ellas.”
“Nos corresponde a nosotros, como ministros de la Iglesia, mantener vivo este mensaje sobre todo en la predicación y en los gestos, en los signos, en las decisiones pastorales, por ejemplo, en la elección de devolver prioridad al Sacramento de la Reconciliación, y al mismo tiempo, a las obras de misericordia”.
El segundo lugar el Papa preguntó ¿Qué significa ser sacerdote? Y explicó que los sacerdotes se conmueven delante de las ovejas, como Jesús, cuando veía a la gente cansada y agotada como ovejas sin pastor. Recordó cómo el sacerdote, siguiendo la imagen del Buen Pastor, es un hombre de misericordia, de compasión, cercano a su gente y servidor de todos. “En particular, el sacerdote muestra las entrañas de la misericordia en la administración del sacramento de la Reconciliación; lo demuestra con toda su actitud, con la manera de recibir, de escuchar, de aconsejar, de absolver.”
“Pero esto depende, agregó, de cómo él mismo vive el sacramento en primera persona. Si lo vive dentro de sí, en su propio corazón, puede también darlo a los demás en el ministerio”.
Francisco dijo que los sacerdotes deben tener un corazón que se conmueva porque “los sacerdotes asépticos no ayudan a la Iglesia”. “La Iglesia de hoy puede compararse con un "hospital de campaña"; necesitamos curar las heridas. Hay muchas personas heridas, por problemas materiales, por escándalos, incluso en la Iglesia. Gente herida por las ilusiones del mundo. Nosotros, sacerdotes tenemos que estar ahí, al lado de estas personas.”
“Misericordia significa, ante todo curar las heridas, no un análisis; después se le harán cuidados especiales, pero primero hay que tratar las heridas abiertas. ¿Conocen las heridas de sus feligreses? ¿Están cerca de ellos?”.
En el Sacramento de la Reconciliación, misericordia significa “ni manga ancha, ni mano dura”. “A menudo nuestros fieles nos cuentan que se confesaron con un sacerdote muy "rígido" o muy "flexible", laxo o riguroso. “Que haya diferencias de estilo es normal, pero las diferencias no pueden estar en la sustancia, la sana doctrina moral y la misericordia. Ni el laxo, ni el riguroso dan testimonio de Jesús, porque ninguno de los dos se encarga de la persona que encuentra.”
“La verdadera misericordia se preocupa por la persona. Y el sacerdote realmente misericordioso se comporta como el Buen Samaritano”. “Ni el laxo ni el riguroso hacen crecer la santidad”.
“La misericordia en cambio acompaña en el camino de la santidad, la hace crecer. ¿En qué sentido? A través del sufrimiento pastoral, que es una forma de misericordia. ¿Qué significa el sufrimiento pastoral? Significa sufrir con y por las personas, como un padre y una madre sufren por sus hijos, y me permito decir incluso con “ansia”.
Francisco compartió con el clero varias preguntas que le ayudan cuando un sacerdote se le acerca. “¿Tú lloras? ¿Cuántos de nosotros lloran ante el sufrimiento de un niño, ante la destrucción de una familia, delante de tantas personas que no pueden encontrar el camino? El llanto del sacerdote. ¿Tú lloras, o en este presbiterio perdimos las lágrimas? ¿Lloras por tu gente? Dime, ¿haces la oración de intercesión ante el Sagrario? ¿Luchas con el Señor por tu pueblo, al igual que Abraham luchó?
El obispo de Roma recordó que al final “seremos juzgados por cómo supimos acercarnos a “cada carne”, al prójimo, a la carne del hermano. Al final de los tiempos, se les permitirá contemplar la carne glorificada de Cristo sólo a aquellos que no tuvieron vergüenza de la carne de su hermano herido y excluido”. +
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