Francisco: El don de ciencia nos sintoniza en profundidad con el Creador

El don de ciencia que “no se limita al conocimiento humano, sino que a través de la creación nos lleva a percibir la grandeza de Dios y su amor por sus criaturas”, fue el tema de la catequesis del Papa durante la audiencia general de los miércoles. Ante más de 50.000 personas en la Plaza de San Pedro, Francisco explicó que este don del Espíritu Santo nos hace también descubrir cómo la belleza e inmensidad del cosmos nos habla del Creador y nos invita a alabarlo “desde lo más profundo de nuestro corazón y a reconocer, en todo lo que tenemos y somos un don inestimable de Dios y un signo de su amor infinito por nosotros”.

Ya en el primer capítulo del Génesis, al comienzo de la Biblia, se evidencia que Dios mismo se alegró de su obra “subrayando repetidamente la belleza y la bondad de cada cosa. Si Dios ve que la creación es buena y bella -dijo Francisco- también nosotros tenemos que asumir esa actitud. Y cuando Dios acabó de crear al hombre no dijo “vio que era bueno”, sino “vio que era muy bueno”. A los ojos de Dios somos lo más hermoso, lo más grande, lo mejor de la creación: hasta los ángeles están por debajo de nosotros; somos más que los ángeles. El Señor nos quiere y tenemos que agradecérselo. El don de ciencia nos sintoniza en profundidad con el Creador y nos hace participar en la claridad de su mirada y de su juicio. Y, desde esta perspectiva –señaló el Papa-descubrimos que el hombre y la mujer son el culmen de la creación, como coronación de un plan de amor grabado en cada uno de nosotros y que nos lleva a reconocernos como hermanos y hermanas”.


Todo esto es “motivo de serenidad y de paz y hace del cristiano un testigo gozoso de Dios, como lo fueron San Francisco de Asís y tantos otros santos que alabaron y cantaron su amor a través de la contemplación de la creación. Del mismo modo el don de ciencia nos ayuda a no caer en el peligro de creernos dueños absolutos de ella. La creación no es una propiedad de la que podemos disponer como nos parezca, ni mucho menos es sólo propiedad de algunos, de pocos: la creación es un don maravilloso que Dios nos dio para que la cuidemos y la utilicemos con respeto, gratitud y en beneficio de todos”.


El cuidado de la creación es el cuidado del regalo de Dios, es decir a Dios: “Gracias, yo soy el que cuida la creación pero para que progrese, jamás para destruir tu regalo”.


“Ese debe ser nuestro comportamiento con la creación porque si la destruimos, ella nos destruirá. ¡No lo olviden!”, reiteró el Papa.


“Tenemos que pensar en todo esto –concluyó el Santo Padre- y pedir al Espíritu Santo el don de la ciencia para entender que la creación es el regalo más hermoso de Dios que hizo tantas cosas buenas, pero la mejor es el ser humano”.


Texto de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, buenos días


Hoy queremos reflexionar sobre otro don del Espíritu Santo, el don de la ciencia. Cuando se habla de ciencia, el pensamiento va inmediatamente a la capacidad del hombre de conocer cada vez mejor la realidad que le rodea y de descubrir las leyes que regulan la naturaleza y el universo. La ciencia que viene del espíritu Santo, sin embargo, no se limita al conocimiento humano: es un don especial, que nos lleva a captar, a través de la creación, la grandeza y el amor de Dios y su relación profunda con toda criatura.


Cuando nuestros ojos son iluminados por el Espíritu, se abren a la contemplación de Dios, en la belleza de la naturaleza y de la grandiosidad del cosmos, y nos llevan a descubrir cómo cada cosa nos habla de Él, todo nos habla de su amor. ¡Todo esto suscita en nosotros un gran asombro y un profundo sentido de gratitud! Es la sensación que sentimos también cuando admiramos una obra de arte o cualquier maravilla que sea fruto del ingenio y de la creatividad del hombre: frente a todo esto, el Espíritu nos lleva a alabar al Señor desde lo profundo de nuestro corazón y a reconocer, en todo lo que tenemos y somos, un don inestimable de Dios y un signo de su infinito amor por nosotros.


En el primer capítulo del Génesis, precisamente al comienzo de toda la Biblia, se pone de relieve que Dios se complace en su creación, subrayando repetidamente la belleza y la bondad de cada cosa. Al término de cada jornada, está escrito: “Y Dios vio que todo era bueno” (1,12.18.21.25). Pero si Dios ve que la creación es algo bello, algo bueno, también nosotros debemos tener esta actitud de ver la creación como bella y buena, y con el don de la ciencia, por esta belleza alabamos a Dios, damos gracias a Dios por habernos dado tanta belleza a nosotros, y este es el camino. Y cuando Dios acabó de crear al hombre, no dijo que era algo “bueno”, dijo que era “muy bueno” (v. 31). Se acerca a él, y a los ojos de Dios nosotros somos la cosa más buena, más bella y más grande de la creación. Pero padre, los ángeles… ¡No! Los ángeles están por debajo de nosotros, nosotros somos más que los ángeles. Lo hemos escuchado en el libro de los salmos. Nos quiere mucho el Señor. Tenemos que darle gracias por esto.


El don de la ciencia nos pone en profunda sintonía con el Creador, y nos hace participar en la limpieza de su mirada y de su juicio. En esta perspectiva logramos captar en el hombre y en la mujer el culmen de la creación, como realización de un designio de amor que está impreso en cada uno de nosotros y que nos hace reconocernos como hermanos y hermanas. Lo que surge entonces es un cuadro caracterizado por una profunda armonía, donde todo remite al Creador y donde el Espíritu nos hace percibir en cada persona y en cada cosa la impronta de la grandeza y de la bondad de Dios.


Todo esto es motivo de serenidad u de paz y hace del cristiano un testigo gozoso de Dios, en la estela de san Francisco de Asís y de tantos santos que han sabido alabar y cantar su amor a través de la contemplación de la creación. Al mismo tiempo, sin embargo, el don de la ciencia nos ayuda a no caer en algunas actitudes excesivas o equivocadas. El primero lo constituye el riesgo de considerarnos amos de la creación. La creación no es una propiedad de la que podemos adueñarnos a nuestro gusto; ni, mucho menos, es una propiedad solo de algunos: la creación es un regalo, es un regalo maravilloso que Dios nos ha dado, para que lo cuidemos y lo utilicemos en beneficio de todos, siempre con gran respeto y gratitud.


La segunda actitud negativa está representada por la tentación de crearnos en las criaturas, como si estas pudieran ofrecer la respuesta a todas nuestras expectativas. Y el Espíritu Santo, con el don de la ciencia, nos ayuda a no caer en esto. Pero yo quisiera volver sobre el primer camino equivocado. Custodiar la creación, no adueñarse de la creación. Debemos custodiar la creación, es un don que el Señor nos ha dado, para nosotros, es el regalo de Dios a nosotros, nosotros somos custodios de la creación. Pero cuando nosotros explotamos la creación, destruimos el signo del amor de Dios. Destruir la creación es decir a Dios: no me gusta, esto no es bueno, ¿y qué te gusta a ti? Me gusto yo mismo. Eso es el pecado, ¿habéis visto? La custodia de la creación es precisamente la custodia del amor de Dios, y también es decir a Dios gracias, yo soy el amo de la creación, pero para llevarlo adelante, yo no destruiré nunca tu regalo. Y esta debe ser nuestra actitud ante la creación, custodiarla, porque si destruimos la creación, la creación nos destruirá. No lo olviden.


Una vez estaba en el campo y escuché un dicho de una persona sencilla, a la que gustaban mucho las flores, él custodiaba estas flores y me decía: debemos custodiar estas cosas bellas que Dios nos ha dado. La creación es para nosotros, para que nosotros la aprovechemos bien, no la explotemos, la custodiemos. Porque usted sabe, padre – me dijo – Dios perdona siempre, sí, esto es verdad, Dios perdona siempre; nosotros, las personas humanas, hombres y mujeres perdonamos algunas veces, sí, algunas no perdonamos. Pero la creación, padre, no perdona nunca, y si tu no lo custodias, él te destruirá. Esto debe hacernos pensar y pedir al Espíritu Santo el don de la ciencia para comprender bien que la creación es el regalo más bello de Dios, que Él dijo: esto es bueno, esto es bueno, esto es bueno, esto es mi regalo, pero la cosa más buena que he creado es la persona humana. Gracias. +



Etiquetas:

Publicar un comentario

[facebook][blogger][disqus]

Diocesis de Celaya

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets