Honras a Santa María del Yguazú

Buenos Aires (AICA): La feligresía diocesana se congregó el domingo 16 de agosto en el templo de Santa María del Yguazú para celebrar las fiestas patronales en honor de esta advocación mariana, protectora de la jurisdicción eclesiástica del norte misionero.
La feligresía diocesana se congregó el domingo 16 de agosto en el templo de Santa María del Yguazú para celebrar las fiestas patronales en honor de esta advocación mariana, protectora de la jurisdicción eclesiástica del norte misionero.

A las 5, un grupo numeroso de jóvenes partió desde la parroquia Sagrado Corazón, de Puerto Libertad, en dirección al santuario diocesano. A las 15, los jóvenes y los demás peregrinos se acercaron al atrio de la iglesia para participar de la misa presidida por el obispo diocesano, monseñor Marcelo Martorel, y concelebrada por el clero local.

En su homilía, monseñor Martorell reflexionó sobre el Magnificat, el canto de la Virgen María tras el anuncio del arcángel san Gabriel, y su actualización en el mundo de hoy. También se refirió al contexto nacional, marcado por las elecciones.

"Ella alaba a Dios por las maravillas que obró entre nosotros, especialmente por la venida del Salvador, pero si observamos bien el cántico, da también un giro rotundo en el accionar de Dios frente a este mundo: derribó de sus tronos a los poderosos, exaltó a los humildes y pobres que reconocen al Señor de la Vida, despidió sin nada a los que tenían por dios a las riquezas de este mundo, los dejó con las manos vacías”, dijo el obispo.

"Los soberbios -añadió-, llenos de si mismos, saciados con sus propias manos y los humildes y pobres, hijos solamente de Dios y necesitados de El en sus impotencias y necesidades. Es y será la justicia de Dios, ayer, hoy y mañana la saciedad de sus almas. Los que aman y temen a Dios, ellos verán a Dios".

El obispo diocesano observó que este cambio que pronuncia la Virgen no ocurrió en el ámbito social, sino en el interior del corazón de los hombres. "Es un cambio que tiene lugar en la persona que tiene fe y que por su fe recibirá los dones del amor de Dios, y con ellos confortará su alma y saciará la sed de su corazón", explicó.

Para el obispo, en los lugares más ricos de la tierra -y entre ellos, la Argentina- la fe y el amor de Dios van despareciendo, porque "desaparece del corazón de estos hombres el sentido humilde de la necesidad de Dios y de su Providencia".

Monseñor Martorell concluyó su homilía invitando a buscar la verdad como objetivo de la vida y de la misión, y no olvidar, al momento de votar, el bien común, especialmente el bien de las familias y de los jóvenes y de los niños.+

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