Mons. Arancedo alentó a prepararse a vivir la Semana Santa como partícipes del misterio
"No consiste en volver a la vida terrena, como es el caso de Lázaro, sino en adquirir un nuevo estado de vida, un cuerpo espiritual e incorruptible no atado a la contingencia de lo humano", precisó en su alocución semanal, y agregó: "Esta nueva realidad hacia la que estamos en camino tiene en Jesucristo su fuente que nos adquirió por su muerte y resurrección".
El prelado sostuvo que "la Pascua es 'la hora' de Jesucristo en la que se cumple la misión para la cual ha sido enviado y se convierte, para nosotros, en el centro de nuestra fe y en la certeza de nuestra esperanza. Así lo vive y nos lo trasmite san Pablo, así lo predica la Iglesia, cuando nos dice: 'Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes'".
"La llamada resurrección de Lázaro es solo la ocasión del anuncio de algo que lo trasciende, y que se expresa en el diálogo de Jesús con Marta, cuando le reclama por su hermano, y a la que Jesús le dice: 'Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?'. Esta pregunta sigue siendo actual y siempre espera de nuestra respuesta, porque es el centro de nuestra fe", destacó.
Monseñor Arancedo señaló que "la liturgia nos va a ir preparando para acompañar a Jesús en la cercanía de su 'Hora', e ingresar con Èl en la celebración del Domingo de Ramos, en la Semana Santa. Es un tiempo en que la Iglesia nos invita a renovar nuestro encuentro con el Señor. Tiempo de oración y de reconciliación con Dios".
"La fecundidad espiritual de una celebración depende de la preparación con la que disponemos nuestro espíritu para vivirla. No nos acerquemos como espectadores sino como partícipes y destinatarios del misterio que vamos a celebrar. Con la Pascua iniciamos un año de gracia y de compromiso cristiano", concluyó.+
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