El Papa a los seminaristas: Cercanía con la gente y cercanía con Dios

El Papa a los seminaristas: Cercanía con la gente y cercanía con Dios

El papa Francisco mantuvo un cálido encuentro con seminaristas lombardos, el sábado 13 de octubre, en la Sala Clementina. El pontífice respondió a algunas preguntas que le formularon los jóvenes seminaristas y les impartió algunos consejos para convertirse en santos sacerdotes y pastores de la gente.

La primera pregunta se la formuló Daniel, de la diócesis de Mantua, que planteó al Papa: ¿Cómo podemos enfrentar la cruz de la duda?, a lo que Francisco respondió “la cruz de la duda es una cruz, pero fecunda. No confío en las personas que nunca dudan. La duda nos pone en crisis; La duda nos hace preguntarnos: “¿Pero esto es bueno o no bueno?”. La duda es una riqueza”, aseguró el pontífice.

Francisco añadió que “la falta de dudas está mal, porque te hace estar siempre seguro, sin plantearse el problema. Es una cruz, una duda, pero es una cruz que te acerca a Jesús y te pone en crisis”.

Sobre el planteo de “¿qué acciones concretas podemos poner en práctica todos los días para que nuestra vida diaria alimente este camino de confiarse?”, el Papa señaló que “la acción concreta es el diálogo con la persona que te acompaña, el diálogo con el superior, el diálogo con los compañeros. Pero diálogo abierto, diálogo sincero, cosas concretas. Y, sobre todo, el diálogo con el Señor: “Señor, ¿qué quieres decirme con lo que me haces sentir, con esta desolación, con esta duda? ...”. Tomar la duda como una invitación a buscar la verdad, a buscar el encuentro con Jesucristo: esta es la verdadera duda”.

La segunda pregunta la formuló un seminarista de la diócesis de Brescia, quien cuestionó al pontífice sobre cómo es posible “ser una iglesia en salida”.

Francisco comenzó aclarando que no es lo mismo salir que ir al encuentro de las personas y que no es un buen paseo y luego quedarme donde estoy.

“La salida no es una aventura, es un mandato del Señor, es una vocación, es un compromiso”, indicó el Santo Padre al seminarista.

Francisco señaló más adelante que “me gusta decir que deben ser sacerdotes del pueblo de Dios, es decir, pastores de pueblos, pastor de la gente, y no clérigos de estado, porque Jesús apaleaba con fuerza el clericalismo de su tiempo: los escribas, los fariseos, Los doctores de la ley”.

“Cuando ves a un joven sacerdote todo centrado en sí mismo, que piensa en hacer carrera, ese está más del lado de los fariseos y saduceos que del lado de Jesús. En cambio cuando ves a un sacerdote que reza, que está con los niños, enseña catequesis, que celebra la misa con su comunidad, que conoce los nombres de las personas porque se acerca, al final de la misa va y saluda a uno y al otro. Esta es la cercanía de un sacerdote, un sacerdote santo, pero con la santidad ordinaria a la que todos estamos llamados. Cercanía a la gente y cercanía a Dios en la oración. El sacerdote que se afana demasiado en la organización de las cosas y pierde un poco esta cercanía se aleja del ideal sacerdotal de Jesús”.

A la pregunta de David, de la arquidiócesis de Milán, sobre cómo presentarse ante los escándalos de la Iglesia, Francisco recordó que “el escándalo está desde el principio de la Iglesia: piensa en Ananías y Safira, esos dos que querían engañar a la comunidad: un escándalo. Escandalizar al pueblo de Dios, es terrible. Y no hablo del escándalo de los débiles, sino del pueblo de Dios: el escándalo del sacerdote al pueblo de Dios. Escandalizar a la gente es algo malo, e incluso escandalizar al presbiterio es algo malo”.

Francisco animó a “condenar el escándalo, siempre. No ceder. ¿Cómo? Ve, habla con él. O dirígete al obispo y dile al obispo: “Háblele usted como padre”. Pero cuando veas que un sacerdote escandaliza, vayan directamente a él, a un amigo suyo, al párroco o al obispo, para ayudarlo. Y sobre los abusos, en este punto el Papa aconsejó “hablen claramente: si ven algo así, inmediatamente al obispo. Para ayudar a ese hermano abusador”.

Respondiendo a una pregunta sobre los jóvenes que no reconocen la Eucaristía como un momento central en la vida de cada hombre y mujer, Francisco enfatizó que deben trabajar mejor para que se comprenda la dimensión litúrgica y comunitaria de la celebración.

“La Eucaristía –dijo Francisco- es un misterio que debe explicarse paso a paso”. A veces la misa es una vigilia fúnebre y es por ello que se recomiendan homilías breves, a lo sumo 8 minutos, marcadas por una idea, una imagen y una palabra”.

Finalmente el Santo Padre les agradeció la confianza al hacer preguntas y señaló que “la sabiduría en la vida cristiana más que en dar respuestas consiste en saber hacer preguntas: a Dios, a la comunidad, al obispo, a los sacerdotes, saber cómo hacer preguntas. Si un joven no sabe cómo hacer preguntas, debe aprender: este es su trabajo, el de los formadores. Y si no aprende, no sirve para el sacerdocio”. +

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