Con el lema "¡Aquí, tu pueblo que quiere hacer tu voluntad!", más de dos mil feligreses provenientes de toda la arquidiócesis participaron el lunes 15 de octubre del festejo que se desarrolló en el santuario de la Santísima Cruz de los Milagros de la capital correntina.
La imagen peregrina de María de Itatí fue llevada en peregrinación desde el santuario hasta la ciudad de Corrientes para el encuentro arquidiocesano.
Los jóvenes presentes tuvieron un papel protagónico en las actividades, escuchando atentamente sus inquietudes. En relación con la catequesis, se compartieron vivencias con el objeto de revertir el “blanco pastoral” que hay en los años posteriores a la recepción de la confirmación.
Los decanatos y comunidades trabajaron en grupo los distintos temas ya analizados previamente, con la intención de mejorar la participación y la llegada a más jóvenes de la comunidad. Al finalizar, cada equipo compartió con el resto sus conclusiones en un plenario.
Monseñor Stanovnik celebró la misa de clausura junto con el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, sacerdotes y diáconos, que acompañaron concelebrando. Durante sus palabras en la homilía, el arzobispo de Corrientes recordó al primer arzobispo de Corrientes, monseñor Luis María Niella, quien proclamó a la Virgen de Itatí Patrona y Protectora de la diócesis correntina.
“Ante una multitud reunida allí, el arzobispo les propuso: “¿Juran reconocer a la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí como Patrona y Protectora de la Diócesis?” La respuesta fue unánime, firme y decidida: Sí, juramos”. Después se refirió a la Virgen protectora que, con su ternura de madre y su firmeza de maestra, “nos acompaña y anima a que no le tengamos miedo a la voluntad del Padre. Ella misma, todavía una adolescente, se animó a confiar en la palabra del Ángel que la colocaba también a ella frente a un abismo, en el que quedaban deshechos para siempre el hermoso proyecto de matrimonio que soñaba con José”, manifestó.
Luego, dirigiéndose a los jóvenes, les dijo: “Es hermoso sentirse parte de la Iglesia, vale la pena integrarse cada vez más en ella, a pesar de las debilidades humanas y de las dificultades por la que atraviesan muchos de sus miembros. Ella, la Iglesia, continúa siendo madre y maestra de todos, nos hace sentir en casa, como en familia”.
Al finalizar, colocó lo trabajado en la jornada y a cada comunidad parroquial, grupo y movimiento, a los niños, adolescentes, jóvenes, a los enfermos y ancianos, “en el altar, junto a las ofrendas”, y oró para que “la potencia del Espíritu de Jesús Resucitado nos transforme profundamente para hacer siempre, Padre, tu voluntad”, concluyó.+
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