Mons. Han Lim Moon: Una alegría desbordante que no podremos callar
Las hermanas tuvieron dos actitudes complementarias, según describió el prelado: “Marta expresó su cariño y hospitalidad recibiendo al Señor y posiblemente a sus doce apóstoles haciéndolos sentir cómodos y preparándoles la mejor comida”; mientras que “María, atendió a Jesús sencillamente escuchando con atención la Buena Noticia”.
María intuyó lo que Jesús necesitaba para ese momento: “Si bien quería descansar, deseaba mucho más compartir la Buena Noticia de su entrega por amor a los hombres. Su máxima felicidad estaba más en ser escuchado y recibido que en los servicios, sin desmerecerlos”. Por este motivo, “escucharlo también se convierte en nuestra prioridad”, advirtió monseñor Moon.
Pero luego, Jesús duplica el compromiso: ahora no será simplemente escuchar sus palabras como lecciones, “sino aceptar su entrega e incorporar en nuestro corazón toda su Persona hecha Palabra”.
Cuando lo hagamos, “es muy probable que también nosotros queramos entregarnos por entero a Jesús”, como un abrazo entre un padre y un hijo, indicó el obispo: “El papá abraza en forma completa, en cambio, el niño en forma parcial porque sus bracitos son cortos. Pero igualmente ese abrazo significa para los dos la entrega mutua y aceptación completa. Y así se forma la plena comunión entre los dos”.
Cuando se da la comunión con el Señor, “Él comienza a transmitirnos toda su riqueza: la sanación, amor, embellecimiento por medio de las virtudes”, explicó monseñor Moon. Por eso, cuando Jesús dijo que María eligió “la mejor parte”, se refería a que “ella al recibirlo en su interior entró en profunda comunión con Él. Así Jesús expresa su deseo prioritario de ser recibido en nuestro corazón y en nuestra vida”.
“Al recibirlo naturalmente surgirá en nosotros el deseo de servirlo a Él y compartir con los demás hermanos su Persona y su amor porque tendremos alegría desbordante que no podremos callar”, agregó. Y explicó que ambas actitudes se complementan “por medio del servicio al Señor, en los demás hermanos pero que surge de haberlo escuchado primero y de la comunión profunda con Él”.
Al concluir, monseñor Han Lim Moon puso el ejemplo de la Virgen María “el modelo más perfecto de la unión de estas dos actitudes”, y animó a la comunidad a imitar esta actitud: “¡María te acompañará fielmente como lo hizo con su Hijo, nuestro Señor!”.+
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