“¡Denunciemos la explotación! Porque mientras la trata de personas permanezca oculta, los traficantes continuarán actuando impunemente. ¡Denunciemos la corrupción y la complicidad! Contribuyamos también a la conversión y a la rehabilitación de quienes son responsables de la trata de personas y quienes se benefician de ello”, denunció la CEM a través de un comunicado publicado en su sitio web.
En el texto –firmado por Rogelio Cabrera López, presidente de la CEM; José Guadalupe Torres Campos, responsable de Movilidad Humana de la CEM, y Alfonso Miranda G. Guardiola, secretario General– la CEM aseguró que la Iglesia hace un esfuerzo por comprender las causas de este fenómeno y cómo opera para poder intervenir. “No podemos mantenernos indiferentes ante esta llaga que supura y daña el cuerpo de la humanidad y de la Iglesia”.
En el texto, los prelados hacen hincapié en que la trata de personas “es un delito de lesa humanidad que ocupa el segundo lugar en la lista de crímenes transnacionales, situado después del tráfico de drogas y armas, aunque las estimaciones señalan que en la presente década, la trata va a ocupar el primer lugar por las increíbles ganancias y los beneficios económicos que reporta”.
En este sentido, el organismo denunció los muchos rostros y formas que tiene la trata de personas, entre ellos la prostitución, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud como la mendicidad, la servidumbre o la extracción de órganos; la utilización de personas menores de 18 años en actividades delictivas, o su adopción ilegal; el matrimonio forzoso o servil, entre otros.
“Los tratantes son personas sin escrúpulos que pueden vivir muy cerca, conocidos o desconocidos, amigos y hasta familiares, siempre van a aprovechar la situación de vulnerabilidad de las aspiraciones económicas, emocionales, familiares o sociales de sus víctimas para lograr ‘engancharlas’”, denunció la CEM.
“Utilizan el engaño y la manipulación aparentando amabilidad, ofrecen regalos, dinero, viajes o buenísimas oportunidades de empleo, o también empleando métodos como el sometimiento con violencia o el rapto”, advierten los prelados mexicanos.
Haciendo mención de la ratificación del Protocolo de Palermo, el comunicado episcopal recuerda que el Estado mexicano se comprometió ante la comunidad internacional a combatir la trata de personas y desarrollar respuestas conjuntas en materia de prevención, protección y procesamiento.
“Sin embargo, faltan acciones efectivas, que requieren de la colaboración y la coordinación de la sociedad civil, las Iglesias, el sector empresarial y los medios de comunicación”, afirman.
“Nuestra identidad como Iglesia nos impulsa a ser signo profético del Reino, y nos hace un llamado a comprender las causas de este fenómeno en constante evolución y cómo opera para poder intervenir”, subrayando que “no podemos mantenernos indiferentes”.
El comunicado concluyó con un llamado a la oración en este día por quienes sufren esta explotación que clama al cielo, y preguntarse: “¿Qué puedo hacer yo?, ¿qué me toca hacer a mí?”.+
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