Concelebraron el vicario general, monseñor Emilio Cardarelli; el presbítero Osvaldo Macerola, párroco de la catedral y vicario episcopal de Educación, y varios sacerdotes del clero rosarino.
Al referirse a la visita de la imagen de la Virgen de Fátima, monseñor Martín agradeció por haber podido estar en tres ocasiones junto a la Virgen peregrina: en Puente Negro, en la Parroquia de Fátima y en la catedral.
En su homilía, el prelado quiso destacar dos actitudes: la primera, la actitud de ser peregrinos y estar a los pies de la Virgen, y en segundo lugar, la actitud mendicante, es decir, de pedir con insistencia la gracia de Dios para nuestras vidas.
Por otra parte, hizo referencia a la necesidad de la misericordia de Dios en nuestras vidas: “¡Señor, ten piedad!”, pidió. “Sin la gracia de Dios, sin Jesús y sin la intercesión de la Madre, nada podemos hacer”, aseguró.
Finalmente, el arzobispo depositó dos intenciones particulares en el Corazón de la Santísima Virgen María: por los sacerdotes y su conversión, y por nuestra Patria, para que la verdad y el bien triunfen, para que la fe siempre determine nuestras decisiones.
Antes de impartir la bendición, el Arzobispo consagró la arquidiócesis al Inmaculado Corazón de María con estas palabras:
María, Madre de Jesús y Madre nuestra,
Tú que conoces todos nuestros sufrimientos y nuestras esperanzas,
Tú que tienes el conocimiento materno de todas las batallas
entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad
que conviven en nuestro mundo,
acepta nuestra súplica que dirigimos a tu corazón
movidos por el Espíritu Santo,
nos dirigimos directamente a tu corazón:
abraza con amor de Madre a nuestra Arquidiócesis que hoy te confiamos y consagramos,
llenos de preocupación por el destino terrenal y eterno de las personas y las familias de toda la Arquidiócesis.
¡Virgen pura, Inmaculada,
Del odio y la violencia, líbranos.
Del flagelo de la adicción al alcohol y a las drogas, líbranos.
De vivir empobrecidos, líbranos.
De toda clase de injusticia en la vida social, líbranos.
De atentar contra la vida humana desde su concepción, líbranos.
De no cumplir los mandamientos de Dios, líbranos.
De los intentos de ofuscar en los corazones humanos la verdad de Dios, líbranos.
De la pérdida de sentido del bien y del mal, líbranos.
De los pecados contra el Espíritu Santo, libéranos, líbranos.
Madre de Cristo, permite que sea revelado
el infinito poder salvador de la Redención y así eso detenga el mal en nuestro mundo.
¡Que tu Inmaculado Corazón revele para todos la luz de la esperanza!
Amén.+
Publicar un comentario