“Celebro al Dios de la vida”, expresó la religiosa, en una entrevista a miembros del obispado de Goya. La hermana Elbecia Pachado nació en Termas de Villa Vil, en el departamento Belén, provincia de Catamarca, y es la novena de 14 hermanos, de los cuales uno es sacerdote. Pertenece a una familia profundamente católica, con tres primos también sacerdotes y en ese sentido reconoce el legado de su padre que “siempre nos inculcó en reconocer que tenemos a un Dios de la vida”.
“Mi hermano y yo estuvimos en una situación muy cercana y casi en camino a la vida eterna”, confesó la religiosa que, a pocos días de haber nacido, atravesó graves problemas de salud. “Cuando nuestras vidas estaban en peligro, la fe de mamá y papá, nos llevó hasta el camarín de la Virgen del Valle, donde manifestaron que se haga la voluntad de 'tatita' Dios, como lo llaman allá, y de nuestra madrecita”. “Dios quiso que siga viviendo, por eso alabo y agradezco al Dios de la Vida”, exclamó.
“Mi papá me hacía leer diariamente un versículo del Evangelio”, y así comenzó su despertar vocacional y descubrió a Dios “que me llamó y encaminó”. Asimismo, la hermana Pachado recordó el entusiasmo que les transmitieron los misioneros que llegaron a su ciudad natal, especialmente las Hermanas Carmelitas Misioneras Teresianas y de sus directores espirituales.
A los 17 años, la religiosa pertenecía a un grupo juvenil y comenzó su discernimiento vocacional. Al poco tiempo, recibió el llamado de Dios a la vida consagrada y, reconoce, “me ayudó mucho la Acción Católica”, y emocionada, expresó: “En ese momento, mi papá me decía: 'Hija lea la Biblia, y Tatita Dios es el único que a usted la va a sanar, reconfortar y acuérdese de mí”.
En su despertar vocacional recuerda el acompañamiento de la hermana Elóisa Flores, de la misma congregación, y los padres Gerarde Denex y Omar Friedge, misioneros redentoristas. A los 22 años inició el noviciado y desde allí comenzó a “abrazar la Cruz de Cristo”. Hizo sus votos temporales el 16 de julio de 1994 en Catamarca, en una misa que presidió su hermano Moisés Pachado (compañero de seminario de monseñor Adolfo Canecín). Tuvo un período de formación en Roma, antes de sus votos perpetuos, y los hizo el 29 de diciembre de 2000, día del nacimiento del fundador de la congregación, padre Francisco Palau.
En su vida religiosa tuvo varios destinos pastorales, primeramente en el Hogar de Niños San Vicente de Paul, en Goya. Después continuó en otras comunidades carmelitas en Bolivia, donde trabajó nueve años en la Pastoral Carcelaria. Otros destinos fueron Uruguay, Catamarca, Buenos Aires, Córdoba y, actualmente, Goya.
En el marco del Año Vocacional Diocesano, la hermana Pachado animó a los jóvenes de la diócesis de Goya a “abrazar con amor la Cruz, que es el signo más grande que tenemos los cristianos. No una cruz que desgarra, sino que libera y ama, porque en la cruz está la vida que tuvo Jesús”.
La religiosa actualmente cumple una intensa actividad pastoral brindando servicios en el ministerio de música, en el trabajo con los jóvenes, en el comedor de niños “Estrella de Belén” y en la pastoral vocacional.
Al concluir la entrevista, la carmelita agradeció el acompañamiento que siempre tuvo de las hermanas de la congregación de las Carmelitas Misioneras Teresianas, al obispo emérito, monseñor Ricardo Faifer, a los presbíteros Adolfo Gutiérrez y Juan Carlos López, a la vida consagrada y al actual obispo, monseñor Canecín.+
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