Mons. Martínez: Los hombres y mujeres que oran, se humanizan

Mons. Martínez: Los hombres y mujeres que oran, se humanizan

Posadas (Misiones) (AICA): “Si bien es necesario que los laicos tengan algún rato de oración personal o de adoración eucarística, retiro espiritual o participación en los momentos comunitarios y litúrgicos, es indispensable que oren desde las situaciones que les toca vivir a diario”, sugirió el obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez.
El obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, recordó que “todos los bautizados estamos llamados a ser hombres y mujeres de oración”, pero, puntualizó, cada uno tiene que “ligar la espiritualidad, devoción y oración a la vocación y misión que tiene”.

El prelado puso como ejemplos el modo de oración vivida por monjas contemplativas, consagrados y sacerdotes, e hizo hincapié en la oración de los laicos, que son la mayoría del Pueblo de Dios.

“Su oración no puede ser igual a la de los monjes o a la de los sacerdotes”, diferenció, y destacó que “la verdadera oración no complica, sino que nos permite hacer bien las ocupaciones propias de nuestra vocación y misión”.

“Esto puede ayudarnos a reflexionar sobre la necesidad de oración que tienen los laicos que por su propia vocación están ligados a tantas situaciones que muchas veces parecen contraponerse a las cosas de Dios. Es erróneo pensar que la espiritualidad y la oración están ligadas solamente a los momentos en que estamos en el templo. Si creemos esto, corremos el riesgo de estar generando una ruptura entre la fe y la vida cotidiana”, advirtió.

El prelado consideró que quizás haya que “aprender a orar las situaciones -como lo hace tanta gente con sencillez y espontaneidad- con una jaculatoria, o bien tocando una imagen, invocando a nuestro Padre Dios, como en el Padrenuestro, o bien elevando una petición, como los pobres que piden, porque se saben necesitados”.

“Si bien es necesario que los laicos tengan algún rato de oración personal o de adoración eucarística, retiro espiritual o participación en los momentos comunitarios y litúrgicos, es indispensable que oren desde las situaciones que les toca vivir a diario”, sugirió.

“Siempre nos encontramos con alegrías, tristezas, desengaños, sufrimientos propios y ajenos. Todo esto podemos elevarlo a Dios como agradecimiento, alabanza o petición”, agregó.

Monseñor Martínez reconoció que tal vez “no es fácil reflexionar sobre la oración en un tiempo que se olvida a Dios” y concluyó: “Quizás por eso tenemos que recordar que el hombre o la mujer que oran, no solo alimentan su vida espiritual, sino que sobre todo se humanizan”.+

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