Mons. Martínez: Los hombres y mujeres que oran, se humanizan
El prelado puso como ejemplos el modo de oración vivida por monjas contemplativas, consagrados y sacerdotes, e hizo hincapié en la oración de los laicos, que son la mayoría del Pueblo de Dios.
“Su oración no puede ser igual a la de los monjes o a la de los sacerdotes”, diferenció, y destacó que “la verdadera oración no complica, sino que nos permite hacer bien las ocupaciones propias de nuestra vocación y misión”.
“Esto puede ayudarnos a reflexionar sobre la necesidad de oración que tienen los laicos que por su propia vocación están ligados a tantas situaciones que muchas veces parecen contraponerse a las cosas de Dios. Es erróneo pensar que la espiritualidad y la oración están ligadas solamente a los momentos en que estamos en el templo. Si creemos esto, corremos el riesgo de estar generando una ruptura entre la fe y la vida cotidiana”, advirtió.
El prelado consideró que quizás haya que “aprender a orar las situaciones -como lo hace tanta gente con sencillez y espontaneidad- con una jaculatoria, o bien tocando una imagen, invocando a nuestro Padre Dios, como en el Padrenuestro, o bien elevando una petición, como los pobres que piden, porque se saben necesitados”.
“Si bien es necesario que los laicos tengan algún rato de oración personal o de adoración eucarística, retiro espiritual o participación en los momentos comunitarios y litúrgicos, es indispensable que oren desde las situaciones que les toca vivir a diario”, sugirió.
“Siempre nos encontramos con alegrías, tristezas, desengaños, sufrimientos propios y ajenos. Todo esto podemos elevarlo a Dios como agradecimiento, alabanza o petición”, agregó.
Monseñor Martínez reconoció que tal vez “no es fácil reflexionar sobre la oración en un tiempo que se olvida a Dios” y concluyó: “Quizás por eso tenemos que recordar que el hombre o la mujer que oran, no solo alimentan su vida espiritual, sino que sobre todo se humanizan”.+
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