Pésame del Papa por la muerte del cardenal Jaime Ortega Alamino

Ciudad del Vaticano (AICA): A través de un telegrama firmado por el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, y dirigido al actual arzobispo de San Cristóbal de La Habana, monseñor Juan de la Caridad García Rodríguez; el papa Francisco expresó su pésame por la muerte del arzobispo emérito de esta ciudad, cardenal Jaime Lucas Ortega Alamino, que tuvo lugar el viernes 26 de julio a la edad de 82 años tras una larga enfermedad.
A través de un telegrama firmado por el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, y dirigido al actual arzobispo de San Cristóbal de La Habana, monseñor Juan de la Caridad García Rodríguez; el papa Francisco expresó su pésame por la muerte del arzobispo emérito de esta ciudad, cardenal Jaime Lucas Ortega Alamino, que tuvo lugar el viernes 26 de julio a la edad de 82 años tras una larga enfermedad.

Tal como se lee en el escrito, el Santo Padre extiende sus más sentidas condolencias y su paternal cercanía a sus familiares, así como al clero y a los fieles de esa arquidiócesis. Igualmente, el pontífice "ofrece sufragios por el eterno descanso del difunto, que sirvió a la Iglesia y a sus hermanos en los diferentes encargos que la Providencia le confió", a la vez que envía su bendición apostólica "como signo de esperanza cristiana en el Señor Resucitado".

El cardenal Ortega y Alamino nació el 18 de octubre de 1936 en la localidad de Jagüey Grande, Matanzas, ordenado sacerdote el 2 de agosto de 1964, su ministerio sacerdotal se vio interrumpido un año después, al ser internado en uno de los campos de trabajo de las llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) que el Gobierno cubano mantuvo hasta 1968, donde eran recluidos básicamente jóvenes que se negaban a cumplir el servicio militar obligatorio.

El 4 de diciembre de 1978, el papa san Juan Pablo II lo nombró obispo de Pinar del Río y ya en 1994 fue creado y proclamado cardenal por el mismo pontífice en el consistorio del 26 de noviembre de 1994, con el título de «Ss. Priscila e Aquila».

El purpurado cubano fue una figura importante en el diálogo que permitió el acercamiento entre los Estados Unidos y Cuba en 2014, tras 50 años de tensiones.

Asimismo, medió ante el régimen comunista para permitir la excarcelación de los últimos prisioneros de conciencia que quedaban de la Primavera Negra de 2003.

Como arzobispo de La Habana, fue el encargado de recibir a los tres papas que visitaron la isla: Juan Pablo II (1998), Benedicto XVI (2012) y Francisco (2015). +

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