Mons. Croxatto llamó a tener una mirada más honda sobre lo que necesita la sociedad
“Ante esta necesidad de algunos pocos que instalan los temas en la agenda pública como imperio de una verdad única pero que atraviesa la vida de toda la sociedad, ¿por qué no pararnos a pensar y reflexionar sobre lo que en verdad sea bueno?”, planteó. “Y, ¿cuál es el bien de todos, cuando nuestro país durante un año debatió (cosa ya difícil de aceptar en el caso de ‘debatir si vale la vida’) y se definió a favor de toda vida?”, añadió. “La dignidad de la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos”, expresó, citando la exhortación apostólica Evangelii Gaudium.
“En esa misma exhortación el Papa decía que para avanzar en la construcción de un pueblo en paz, justicia y fraternidad, ‘hay cuatro principios relacionados con tensiones bipolares propias de toda realidad social’. Habría que leerlos despacio y reflexionarlos, pero comparto algunas expresiones para recordarlas”, continuó.
El tiempo es superior al espacio: “Los ciudadanos viven en tensión entre la coyuntura del momento y la luz del tiempo, del horizonte mayor. Este principio permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos. Ayuda a soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas, o los cambios de planes que impone el dinamismo de la realidad”, citó, y reflexionó: “A veces me pregunto quiénes son los que en el mundo actual se preocupan realmente por generar procesos que construyan pueblo, más que por obtener resultados inmediatos que producen un rédito político fácil, rápido y efímero, pero que no construyen la plenitud humana”.
La unidad prevalece sobre el conflicto: “El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. Ha de ser asumido, para resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada. Cuando nos detenemos en la coyuntura conflictiva, perdemos el sentido de la unidad profunda de la realidad”.
La realidad es más importante que la idea: “Existe también una tensión bipolar entre la idea y la realidad. La realidad simplemente es, la idea se elabora. Entre las dos se debe instaurar un diálogo constante, evitando que la idea termine separándose de la realidad. Es peligroso vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, del sofisma”.
El todo es superior a la parte: “El todo es más que la parte, y también es más que la mera suma de ellas. Entonces, no hay que obsesionarse demasiado por cuestiones limitadas y particulares. Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos”.
“Creo que estos cuatro principios, nos pueden ayudar a reflexionar, ya que parece se nos ha venido de golpe un ‘tsunami de la necedad’, donde vamos respondiendo a las emociones o los pensares individuales o de pequeños grupos, y no nos detenemos a reflexionar y pensar en los bienes más hondos que hoy estamos necesitando como sociedad”, advirtió. “Como también, nos vamos dando cuenta lo difícil que se nos hace ir más allá de nosotros mismos, (el transEgo se dice hoy), cuando no podemos pensar en las consecuencias −en ‘coherencia’−, de lo que significan tales acciones o decisiones. Si el ‘derecho más elemental’ se le niega a un inocente, ¿qué razones me avalan para sostener todos los demás derechos?”, cuestionó.
“A modo de ejemplo, los invito a detenerse a reflexionar en un párrafo expresado en estos días, teniendo como telón de fondo el juramento hipocrático que hacen los profesionales médicos para ser custodios de la vida: ‘los profesionales podrán ser responsables penal, civil y/o administrativamente por el incumplimiento de sus obligaciones en el ejercicio de su profesión cuando, de forma injustificada, no constaten la existencia de alguna de las causales previstas en el Código Penal para la realización de una ILE, realicen maniobras dilatorias durante el proceso, suministren información falsa o cuando prevalezca en ellos una negativa injustificada a practicar el aborto’”.
“Cuando vemos a tantas personas ‘sin sentido’ de vida, dónde todo es un hoy, ya y un sin saber para qué; cuando las jóvenes generaciones o los niños van creciendo y nos van viendo a los adultos o a algunos apostar a decisiones y acciones que ‘generan confrontación, violencias y muertes’, ¿no les vamos diciendo ‘que no tiene sentido vivir’?”, alertó.
“La invitación es a tener una mirada más honda, que nos permita ver caminos que nos ayuden a conformarnos como pueblo, caminos que construimos entre todos y no como decisiones de iluminados que hacen de su verdad particular, la verdad única atemporal”, exhortó.
“En este tiempo de Navidad, es bueno recordar que la Navidad no es sólo una celebración, sino una misión”, aseguró.
“Cuéntase que una vez un hombre estuvo ante Dios con el corazón roto por el dolor ante la injusticia en el mundo. ‘Querido Dios’, gritó, ‘mirá todo el sufrimiento, la angustia y la desesperación de tu mundo. ¿Por qué no enviás ayuda?’. Dios respondió: ‘Ya envié ayuda, yo te envié a ti’”, relató.
“Pero incluso antes de que Dios nos envíe, Él ha enviado a su propio Hijo. Dios nos ha enviado la mejor ayuda. Y es Jesús que nos invita a todos en esta Navidad, a compartir su trabajo y su misión. ‘Yo he venido para que tengan vida y esa vida en abundancia’”, concluyó.+
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