Los restos fueron velados anoche en el Hogar Sacerdotal (Condarco 581, del barrio porteño de Flores), donde esta mañana se celebró la misa exequial, y serán inhumados este mediodía en el Panteón del Clero del cementerio de La Recoleta.
“Oremos por su eterno descanso y damos gracias por su longeva y fructífera vida sacerdotal”, pidió el arzobispado de Buenos Aires.
Historiador de larga trayectoria
El presbítero Avellá Cháfer nació en la ciudad cordobesa de Canals, hijo de don Francisco Avellá y doña Consuelo Cháfer, el 4 de agosto de 1920.
En la ciudad de San Miguel de Tucumán cursó sus estudios en el Colegio Manuel Belgrano de los padres salesianos. Allí maduró su vocación sacerdotal ya que, antes de cumplir los 14 años, ingresó en 1934 en el Seminario Menor de la arquidiócesis de Buenos Aires y terminó su formación sacerdotal en el Seminario Metropolitano de Villa Devoto.
Fue ordenado sacerdote por el arzobispo porteño, cardenal Santiago Luis Copello, el 21 de septiembre de 1946.
En enero de 1947 ingresó en la Curia Metropolitana como auxiliar del archivo eclesiástico, que por entonces estaba a cargo de monseñor Alberto Devoto, a quien luego reemplazó.
En 1949 participó en el Congreso de Historia Municipal de América en las ciudades de Buenos Aires y Mar del Plata, en el que presentó una ponencia titulada “Los catalanes en Buenos Aires durante el siglo XVIII”.
En 1952 obtuvo del gobierno de España una beca para investigar en el Archivo de Indias, en Sevilla, ampliando su formación en Historia de América en las aulas de la Escuela de Estudios Hispano-americanos de esa ciudad. A la vez investigó sobre la Historia de la Iglesia en Buenos Aires en el Archivo citado que conserva numerosa documentación de alto valor para conocer el pasado argentino.
En Roma permaneció cuatro años; en las aulas de la Universidad Gregoriana obtuvo en 1958 la licenciatura y en 1959 el grado de doctor en Historia de la Iglesia, lauro obtenido mediante la defensa de una tesis sobre el Vicariato Apostólico de monseñor Mariano Medrano. A la vez, en la Escuela Vaticana de Biblioteconomía obtuvo los títulos de Bibliotecario y Archivero.
El trabajo en el campo de la docencia y de la investigación histórica fueron sus dos principales ocupaciones, aunque sin descuidar su labor sacerdotal ya que colaboró en numerosas parroquias de Europa y de nuestra ciudad. Tanto en España como en la Argentina dictó clases de Historia, Filosofía, Literatura y Lenguas Clásicas y Modernas.
Estuvo 27 años en el exterior: en Francia, Alemania, Austria, Italia y España. En este último fue donde más tiempo residió. En la curia arzobispal de Sevilla trabajó como archivero y se desempeñó como traductor.
Además tradujo varias obras del alemán, francés e italiano al castellano.
Regresó al país el 30 de septiembre de 1979 y, por disposición del arzobispo de Buenos Aires, cardenal Juan Carlos Aramburu, que lo nombró Encargado de Investigación Histórica de la arquidiócesis, se dedicó a reconstruir el archivo de la Curia Metropolitana que había sido quemado en el incendio intencional ocurrido el 16 de junio de 1955.
Para lograr esta finalidad debió recurrir al Archivo General de la Nación y también a otros archivos y repositorios documentales públicos y privados en pos de recuperar la mayor cantidad de documentos de carácter eclesiástico encontrados en ellos.
En 1967 ganó el premio “Archivo Hispalense” al mejor estudio sobre la historia de la ciudad de Sevilla. Fue miembro de número de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina.+
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