Mons. Marino invitó a los consagrados a vivir en la acción y en la contemplación
“La vida consagrada es un continuo salir de mi mismo para encontrarnos con Dios”, dijo el obispo, quien señaló dos maneras de alcanzar esto: la oración y la fidelidad a los compromisos asumidos. “Son dos aspectos inseparables, que podemos llamar acción y contemplación”, observó.
Monseñor Marino invitó a contemplar desde la fe el mundo y la Argentina de hoy, y se refirió al nuevo Código Civil, que entró en vigencia el sábado pasado. Sostuvo que este es un mundo “simultáneamente marcado por el pecado y el extravío de los hombres”, que parecen “haber perdido la cabeza”, aunque también marcado por el plan salvador de Dios, por su designio de misericordia.
La meditación del pastor concluyó presentado a la Virgen María en el misterio de la Anunciación: “En un poblado sin lustre de Galilea, una joven virgen recibe el anuncio del designio divino de convertirla en Madre del Hijo de Dios y Mesías Salvador. Nunca como ahora se había revelado la fecundidad del ‘sí’ del hombre ante voluntad de Dios”.
“Nos sentimos débiles y con pocas fuerzas ante la magnitud del desafío. Pero su humildad nos alienta a creer en la fecundidad de los pequeños pasos, y su mirada nos abre hacia amplios horizontes de esperanza. Lo más grande de la historia surgió de la fecundidad de su fe y del perfume de su silencio”, expresó el obispo.
Monseñor Marino sostuvo que la casita insignificante de Nazaret “se convirtió en el espacio primero de la Iglesia”, en un Pentecostés personal, que fue la Anunciación. “Gracias a su respuesta, su pequeña casa hoy se ha convertido en la Iglesia universal, que es la patria del mundo”, concluyó.+
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