Previo a la celebración de la misa, se realizó una adoración eucarística con reflexiones, plegarias y cantos que los fieles pudieron seguir desde sus lugares de residencia. Luego se rezó el rosario y finalmente el obispo diocesano presidió la misa solemne concelebrada.
En la homilía, el prelado se refirió a la actualidad del mensaje de María en Fátima de cara a la actual situación mundial. En alusión al escenario local y global, afirmó: “Ciertamente se avecinan tiempos difíciles, complejos e inciertos. ‘El mundo ya no será el mismo’ oímos decir y con razón. Precisamente por todo ello, los creyentes, debemos tener una mirada y unas actitudes iluminadas por la fe, sostenidas por la esperanza e impulsadas por el amor fraterno. ¡Esa es la ‘reacción’ cristiana!”
Convocando a mirar y comprometerse con el futuro inmediato, sostuvo: “Para ese ‘día después’ harán falta una hoja de ruta, liderazgos y consensos básicos, mucha solidaridad y espíritu de sacrificio, una grandeza y compasión muy altas para proteger a los más vulnerables y desfavorecidos. Y, sobre todo, algo fundamental e imprescindible: un alma, una mística, una espiritualidad que inspire, oriente y sostenga a las personas para que sean protagonistas auténticos de la recomposición y la reconstrucción del tejido social”.
Finalmente, monseñor Torrado Mosconi planteó que tal resurgimiento deberá estar basado en una realidad y actitudes espirituales fundamentales: “Para estar a la altura de los tiempos necesitaremos sacrificio, otra de las grandes enseñanzas de Fátima, con grandes dosis de austeridad, servicio, compasión y generosidad. Todo esto se va logrando con una espiritualidad que ilumina, conforta y alienta la existencia toda. Y el espíritu se nutre de la oración”.
Al finalizar la celebración el obispo hizo la renovación de la consagración de la diócesis al Corazón Inmaculado de María.+
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