Posadas (Misiones) (AICA): El obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, reconoció que “más allá de los diversos análisis y posturas políticas que realizan distintas personas y sectores, la realidad nos revela muchas situaciones de desesperanza” y estimó que “la raíz de muchas de estas situaciones de desesperanza coyunturales está en la profunda crisis de la ética social, y la falta de valores en nuestro tiempo”. El prelado precisó que “la esperanza debe llevar a participar, comprometernos, testimoniar, anunciar, denunciar, pero no mentir hablando de solidaridad y escondiendo los más bajos intereses” y agregó que la esperanza “lejos de proponernos una espera pasiva, reclama un compromiso activo en la realidad que nos toca vivir”.
“Seguro que los especialistas hacen sus análisis sobre las causas de este flagelo, algunos analizan con grandeza, tratando de encontrar soluciones, y otros analizan desde la mediocridad de sacar ventajas personales o sectoriales aprovechándose del sufrimiento ‘ajeno’”, criticó en su reflexión semanal.
El prelado sostuvo que “la raíz de muchas de estas situaciones de desesperanza coyunturales está en la profunda crisis de la ética social, y la falta de valores en nuestro tiempo”.
Tras afirmar que “la esperanza es creer que las cosas pueden mejorar, porque la Vida, triunfa sobre la muerte”, precisó que “la esperanza debe llevar a participar, comprometernos, testimoniar, anunciar, denunciar, pero no mentir hablando de solidaridad y escondiendo los más bajos intereses”.
Monseñor Martínez consideró “conveniente” recordar un texto escrito por los obispos argentinos sobre la dirigencia en la celebración del bicentenario, en el que se estima necesario “generar un liderazgo con capacidad de promover el desarrollo integral de la persona y la sociedad”.
Asimismo, se subraya que “no habrá cambios profundos si no reconoce, en todos los ambientes y sectores una mística del servicio, que ayude a despertar nuevas vocaciones de compromiso social y político. El verdadero liderazgo separa la omnipotencia del poder y no se conforma con la mera gestión de las urgencias”.
“La esperanza es un don de Dios, es tener desde la fe la certeza que Cristo, Resucito, que la vida triunfa sobre la muerte. Es esperar el encuentro definitivo con nuestro Padre Dios, esperar su abrazo. Comprender que hay un encuentro con Dios que trasciende la historia. Pero esta esperanza lejos de proponernos una espera pasiva, reclama un compromiso activo en la realidad que nos toca vivir”, concluyó.+
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