Sin la luz de la fe, no puede conocerse la respuesta liberadora a la realidad del pecado
Santa Fe (AICA): El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, recordó que “sin la luz de la fe, que se apoya en la Revelación, no se puede conocer plenamente la realidad del pecado y sus consecuencias, como tampoco su respuesta liberadora”. “Podemos tener la tentación: ‘de explicarlo únicamente como un defecto de crecimiento, como una realidad psicológica, un error, la consecuencia necesaria de una estructura social inadecuada’”, advirtió citando el Catecismo de la Iglesia Católica. “Cuaresma es un tiempo propicio para pensarnos desde Dios, y de retomar ese camino siempre nuevo que nos lleva a encontrarnos en la verdad profunda de lo que somos y con la posibilidad real de vivirlo”, subrayó.
“Podemos tener la tentación: ‘de explicarlo únicamente como un defecto de crecimiento, como una realidad psicológica, un error, la consecuencia necesaria de una estructura social inadecuada’”, advirtió citando el Catecismo de la Iglesia Católica.
En su alocución semanal, el prelado sostuvo que “la comprensión del pecado es un tema teológico, que tiene a Jesucristo como revelador de la situación del hombre y, sobre todo, como su liberador. Por ello el Catecismo de la Iglesia Católica, concluye: ‘Es preciso conocer a Cristo como fuente de la gracia para conocer a Adán como fuente del pecado’. Jesucristo ilumina y sana la vida del hombre”.
“No se trata de algo mágico, del camino del amor de Dios que busca al hombre en Jesucristo: ‘no para juzgarlo sino para que el mundo se salve por él’. Jesucristo asume y redime la herida de la condición humana, causada por el pecado original, para que el hombre recupere su libertad de hijo de Dios y viva el gozo de una Vida Nueva, ya desde este mundo”, subrayó.
El arzobispo consideró que las tentaciones que Jesús padece como hombre “ayudan a comprender el alcance de la fuerza del pecado”, porque éstas “buscan apartar a Jesucristo de su relación con Dios, su Padre, y alejarlo de su misión”.
“También, en nosotros, todo pecado dice referencia a Dios en cuanto nos aparta de Él y de nuestros hermanos. Por ello, el triunfo de Jesucristo en su Pascua es también el triunfo de cada uno de nosotros, porque Él nos asumió al encarnarse y nos ha liberado de la esclavitud del pecado. Este triunfo de Cristo es definitivo y actual como ofrecimiento de una Vida Nueva al hombre”, indicó.
Por último, monseñor Arancedo afirmó que “esto es lo que la Iglesia ha recibido, nos predica y comunica a través de los medios que el mismo Jesucristo nos dejó: su Palabra y los sacramentos. Cuaresma es un tiempo propicio para pensarnos desde Dios, y de retomar ese camino siempre nuevo que nos lleva a encontrarnos en la verdad profunda de lo que somos y con la posibilidad real de vivirlo”.+
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