“Los problemas no se solucionan fingiendo que no existen”, dijo el Papa Francisco

“Los problemas no se solucionan fingiendo que no existen”, dijo el Papa Francisco




Ciudad del Vaticano (AICA): Frente a miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, en el mediodía romano el papa Francisco rezó con ellos la plegaria mariana del “Regina Coeli”. Previamente hizo una reflexión sobre el texto del libro de los Hechos de los Apóstoles correspondiente a este domingo 5º de Pascua, donde se narra cómo en la comunidad cristiana primitiva surgen las primeras dificultades, descontento, lamentaciones y voces de favoritismo y disparidad de tratamiento. “Los problemas -expresó Francisco- no se solucionan fingiendo que no existen, sino confrontando, discutiendo y rezando, con la certeza de que las habladurías, la envidia, los celos, no podrán jamás llevarnos a la concordia, a la armonía y a la paz”.

Frente a una multitud de miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, en el dominical mediodía romano el papa Francisco rezó con ellos, en latín como de costumbre, la plegaria mariana del “Regina Coeli” que durante el tiempo pascual sustituye a la oración del Ángelus.

Previamente hizo una reflexión sobre el texto del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 6,1-7) que se leyó en las misas celebradas en todas las iglesias del mundo este domingo 5º de Pascua.


En dicho texto se narra cómo en la comunidad cristiana primitiva surgen las primeras dificultades, descontento, lamentaciones y voces de favoritismo y disparidad de tratamiento.


“Los problemas -expresó Francisco- no se solucionan fingiendo que no existen, sino confrontando, discutiendo y rezando, con la certeza de que las habladurías, la envidia, los celos, no podrán jamás llevarnos a la concordia, a la armonía y a la paz”.


Texto de la reflexión del papa Francisco

El siguiente es el texto completo de la reflexión del Papa, difundido por la Radio Vaticana, en una traducción al español de Cecilia de Malak.


“Queridos hermanos y hermanas ¡Buenos días!


“Hoy la lectura de los Hechos de Apóstoles nos muestra que aun en el comienzo de la Iglesia surgen las primeras tensiones y disensiones. En la vida, los conflictos existen, el problema es cómo se afrontan. Hasta ese momento la unidad de la comunidad cristiana había sido favorecida por la pertenencia a una etnia y cultura, la judaica. Pero cuando el cristianismo, que por voluntad de Jesús está destinado a todos los pueblos, se abre al ámbito cultural helenista –griego– llega la falta de esta homogeneidad y aparecen las primeras dificultades. En ese momento serpentea el descontento, hay lamentaciones, rumores de favoritismos y trato desigual –esto sucede también en nuestras parroquias-. La ayuda de la comunidad a las personas necesitadas -viudas, huérfanos y pobres en general-, parece privilegiar a los cristianos de origen judío, en desmedro de los demás.


“Entonces, ante este conflicto, los Apóstoles toman las riendas de la situación: convocan a una reunión ampliada también a los discípulos, debaten juntos acerca de la cuestión, todos. Los problemas, en efecto, ¡no se resuelven fingiendo que no existen! Y es hermoso este debate sincero entre los pastores y los otros fieles. Se llega por lo tanto a una subdivisión de tareas. Los Apóstoles presentan una propuesta que todos aceptan: ellos se dedicarán a la oración y al ministerio de la Palabra, mientras siete hombres, los diáconos, se encargarán del servicio en las mesas para los pobres. Estos siete no son elegidos porque eran expertos en negocios, sino porque eran hombres honestos y de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría; y son constituidos en su servicio mediante la imposición de las manos por los Apóstoles.


“Y así, de aquel descontento, de aquellas quejas, de aquellos rumores de favoritismos y trato desigual, se llega a una solución. Confrontando, discutiendo y rezando: así se resuelven los conflictos en la Iglesia. ¡Confrontando, discutiendo y rezando, con la certeza de que los chismes y los celos nunca podrán llevarnos a la concordia, a la armonía o a la paz!


“Fue también allí que el Espíritu Santo coronó este entendimiento y esto nos hace comprender que cuando nos dejamos guiar por Espíritu Santo, Él nos lleva a la armonía, a la unidad y al respeto de los diversos dones y talentos.


“¿Han entendido? ¡Nada de chismes! ¡Nada de envidias! ¡Nada de celos! ¿entendido? (aplausos)


“Que la Virgen María nos ayude a ser dóciles al Espíritu Santo, para que sepamos estimarnos mutuamente y converger cada vez más profundamente en la fe y en la caridad, teniendo el corazón abierto a las necesidades de los hermanos”.+



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