Dios exhorta al hombre a la conversión, dice Mons. Martorell


Dios exhorta al hombre a la conversión, dice Mons. Martorell




Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, comentó el evangelio dominical del cuarto domingo de Cuaresma. El prelado consideró que la liturgia propone descubrir que la salvación está próxima e invitó a reconocer la necesidad de amar a Dios, creer en Él y en su obra salvadora.

El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, comentó el evangelio dominical del cuarto domingo de Cuaresma. El prelado consideró que la liturgia propone descubrir que la salvación está próxima e invitó a reconocer la necesidad de amar a Dios, creer en Él y en su obra salvadora.

Monseñor Martorell comentó que la ira de Dios hacia su pueblo Israel, que se manifiesta en la destrucción del templo y la deportación a Babilonia, es solo una manifestación más de su misericordia. “Dios quiere que el castigo, pedagógicamente, lleve al pueblo al arrepentimiento y vuelva a Dios con todo su corazón y alma”, explicó.


Comentando el Evangelio según san Juan, el obispo explicó que el amor de Dios es tal que lleva al apóstol a afirmar que Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. También afirmó que habrá una condenación, pero será para el hombre que libremente rechace a Dios.


“El que rechaza a Cristo Redentor se excluye a sí mismo de la salvación. Entonces el juicio de Dios no hará sino simplemente ratificar la elección que ha hecho el hombre desde su libertad. La inmensa bondad de la gracia y del don de la bondad de Dios manifiesta cuán grande es la responsabilidad de aquél que rechaza el don divino o abusa de éste con ligereza. Es tan grande el amor de Dios y su bondad que nunca podrá el hombre acogerlo con la gratitud que se merece”, sostuvo.


El obispo también consideró que muchas veces el hombre, al cerrarse a Dios y a sus mensajeros, cae en la incredulidad, tergiversa la verdad, sofoca la conciencia y termina por vivir en desacuerdo consigo mismo, con el prójimo y con Dios.


“El despojo de los valores, del amor por la vida, las inclinaciones a una sexualidad desordenada y las divisiones en la familia humana son el testimonio vivo de la autocondenación del hombre. Y es una gracia muy grande que el hombre llegue a reconocer la ira y el castigo de Dios por estos desórdenes, porque la gracia de Dios y su infinita misericordia lo llevan al arrepentimiento y a la conversión”, dijo.


“Dios quiere que todos los hombres se salven, que ninguno perezca, y es por esto que constantemente exhorta al hombre con la Palabra predicada, con la Eucaristía que se reparte y con el perdón que se entrega cada vez que peca. La gracia mueve el corazón del hombre a volverse a Dios, mueve el corazón endurecido y lo transforma en un corazón tierno, capaz de amar y transmitir ese don a todos los que lo rodean”, concluyó el obispo.+


Texto completo de la homilía



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