Según informó la arquidiócesis de Córdoba, la celebración estuvo presidida por monseñor Ñáñez, y concelebrada por monseñor Ángel Rovai, obispo emérito de Villa María, los obispos auxiliares monseñor Pedro Torres y monseñor Ricardo Seirutti, por sus vicarios episcopales y sacerdotes del clero secular y religioso que se acercaron para compartir la Eucaristía.
Estuvo presente el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, con su esposa, miembros del Comipaz, Comité Interreligioso por la Paz, familiares, amigos y muchos fieles que madrugaron para participar de la celebración.
Durante la homilía, monseñor Ñáñez expresó: “Quiero tener un recuerdo cariñoso y agradecido al cardenal Raúl Primatesta, al entonces nuncio apostólico de su Santidad, monseñor Ubaldo Calabresi, y al entonces obispo de Río Cuarto, monseñor Adolfo Arana, que junto a otros hermanos obispos me agregaron al colegio episcopal el 24 de enero de 1991.
“Quise celebrar esta misa ‘jubilar’ en el santuario de la Santísima Virgen motivado no sólo por una devoción personal, sino también porque a Ella le dediqué mi ministerio como obispo y mi servicio en la arquidiócesis de Córdoba”.
El prelado agradeció a quienes lo acompañaron en esta celebración: “Particularmente a monseñor Ángel Rovai, obispo emérito de Villa María, a monseñor Pedro Torres y monseñor Ricardo Seirutti, mis colaboradores más cercanos en la arquidiócesis, a mis hermanos sacerdotes, a los consagrados y consagradas, y a todos los miembros del pueblo de Dios que peregrina en Córdoba”.
“Le pido al Señor que lleve a término la obra que Él mismo empezó, como se nos dice el día de nuestra ordenación episcopal, y que como obsequio de este jubileo me conceda la gracia de aceptar sin retaceos su amor y de corresponderlo con fidelidad y alegría en el servicio generoso de su pueblo”.
A su vez, agregó: “Quiero poner como antecesor ‘especial’ al cura Brochero, junto a ‘su’ Purísima. Recibimos con inmensa alegría la noticia de la aprobación del milagro que abre paso a su próxima canonización. Con ansias aguardamos la fecha de ese feliz acontecimiento que alegra y enriquece a la Iglesia que está en Córdoba, a la Iglesia que está en Cruz del Eje, a toda la Iglesia que está en la Argentina, y que alegra y enriquece de modo particular a todos los sacerdotes que contemplamos en Brochero a un pastor según el Corazón de Jesús, a un pastor ‘con olor a oveja’,como le gusta decir al Papa Francisco”.
El prelado concluyó diciendo: “El Papa nos sugiere vivamente practicar, especialmente en este año, las obras de misericordia corporales y espirituales. Es bueno interiorizarnos acerca de cuáles son esas obras en vistas a procurar que estén en nuestro corazón y en nuestras manos (el Catecismo de la Iglesia Católica puede ayudarnos a tal fin). Tengamos presente que al final de nuestras vidas -como nos recuerda san Juan de la Cruz- seremos examinados en el amor y en las obras del amor”. (Texto completo de la homilía de monseñor Ñáñez)
Carta y bendición del Papa Francisco
El 3 de diciembre de 2015 monseñor Ñáñez recibió con gran sorpresa, por correo postal desde Roma, una carta del Papa Francisco para saludarlo y manifestarle su cercanía por los 25 años de servicio como obispo.
La carta llegó escrita en latín, por lo que tuvo que ser traducida al español para poder compartirla este domingo al finalizar la celebración. Un gesto de cercanía y delicadeza del Santo Padre, como tantos que realizó desde el inicio del Pontificado.
En uno de los últimos viajes que monseñor Ñáñez realizó a Roma con la dicha de encontrarse e intercambiar diálogos con el Papa Francisco, salió el tema del aniversario de los 25 años como obispo de Córdoba, y el Papa recordó ese día de la ordenación episcopal, el 24 de enero de 1991.
Carta textual
Al Venerable Hermano
CARLOS JOSÉ ÑÁÑEZ
Arzobispo Metropolitano de Córdoba en Argentina
“A ti, Venerable Hermano, que en el próximo mes de Enero -por concesión del benignísimo Dios- cumplirás felizmente tus bodas de plata en el Episcopado, te enviamos con alegría estas Letras para manifestarte el sentimiento festivo de Nuestro espíritu y al mismo tiempo expresar la comunión fraterna que nos une contigo en el Episcopado.
Ya que, además, tenemos noticias ciertas de que has trabajado con la debida diligencia en el sagrado ministerio que desempeñas, deseamos aprovechar esta ocasión para felicitarte por las fecundas tareas cumplidas y recordar los principales momentos de tu apostolado.
Siendo joven, después de concurrir al Liceo Militar, para los estudios secundarios, y al Seminario de Córdoba, para los de filosofía y teología, fuiste constituido sacerdote para tu nativa arquidiócesis de Córdoba, y posteriormente te dirigiste a Roma y obtuviste la licenciatura en Teología en la Universidad Pontificia Gregoriana.
En el año 1990 el santo Pontífice Juan Pablo II, atendiendo a tus cualidades y talentos espirituales y a tu pericia en las cuestiones eclesiales, te nombró Obispo con el título de Lete y Auxiliar de Córdoba; recibiste la ordenación episcopal en el mes de Enero del año siguiente. Luego fuiste designado Arzobispo Coadjutor de Tucumán, y finalmente fuiste trasladado a la Sede metropolitana de Córdoba en Argentina, la que actualmente gobiernas cuidadosamente y con fidelidad.
En el desempeño del gravoso oficio episcopal, siguiendo los ejemplos de Cristo, buen Pastor, dotado de un gran espíritu de servicio y fiel al Magisterio de la Iglesia y al Romano Pontífice, exhortaste al clero y a los fieles a seguir el Evangelio y a dar testimonio de él con el ejemplo de las buenas obras y de la vida misma.
Así pues, Venerable Hermano, al recorrer tan fausta memoria de tu vida, alégrate en Dios, pronunciando agradecido este cántico de alabanza: “Alaba, alma mía, al Señor; alabaré al Señor en mi vida, cantaré para mi Dios, mientras exista” (Salmo 146,1).
Ten presente que Nos, como Sucesor del bienaventurado Pedro, elevamos, al recordarte en la celebración de la Misa, fervientes súplicas, y con ellas pedimos a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, y a San Francisco de Sales, Obispo y Doctor de la Iglesia –en cuya fiesta fuiste ordenado Obispo- y con la protección de Nuestra Señora de Luján, Madre y Reina de nuestra querida Nación Argentina, los mejores dones sobrenaturales para ti.
Finalmente, Venerable Hermano, impartimos de todo corazón la Bendición Apostólica, como testimonio de Nuestra fraterna comunión y caridad, para ti y para la comunidad de la iglesia de Córdoba, tan amada para Nos, mientras pedimos vuestra oración por Nos y Nuestro Ministerio Petrino.
¡“Que todas vuestras obras se hagan en la caridad” (cfr. 1 Cor 16,14), hijos amadísimos!
En el Vaticano, el día 3 de diciembre del año 2015, tercero de Nuestro Pontificado”.
Francisco.+
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