El Mesías -dijo el prelado misionero- anticipa su propia resurrección resucitando a Lázaro, que desde hace cuatro días yace en el sepulcro. No solamente es signo del poder mesiánico, sino que también es la respuesta de Jesús a quienes le dicen que está muerto y que hace cuatro días que está enterrado.
"El domingo pasado decíamos 'Jesús es la luz del mundo' y hoy la liturgia está inmersa y domina el concepto de que 'Jesús es la fuente de vida', capaz de devolverla aun a los muertos. El evangelio de San Juan está bañado del concepto de 'luz, verdad y vida'. Juan está prendado de estos conceptos, porque quedó signado fuertemente por el testimonio de la resurrección del Señor", expresó monseñor Martorell.
Tras otros conceptos, el obispo de Puerto Iguazú señala que nuestra fe es creer en aquel que dio la vida a Lázaro y que puede hacer de la muerte “vida” y que este poder lo tiene para sí mismo, que por su propia muerte y resurrección, saca al hombre y al mundo de la muerte y le da la Vida Eterna.
Sin embargo, agrega el prelado, Cristo no vino a abolir la muerte física que es fruto del pecado, él nos ha librado del pecado original que lleva indefectiblemente a la muerte, y nos ha dado la vida del espíritu, es decir, participes de su propia vida, que es la vida eterna.
"Este domingo -concluye monseñor Martorell- nos va preparando para vivir el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor”, el “Misterio Pascual de Cristo” por el cual son cambiadas todas las cosas, especialmente la vida del hombre que se abre al misterio de la fe en la resurrección".+
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