Al término de las deliberaciones, los consagrados difundieron una declaración, en la que expresan la necesidad de ser “más contemplativos, humildes y respetuosos frente a la compleja diversidad que nos habita”.
“Hemos dedicado una jornada para acercarnos a la realidad de los abusos en la Iglesia, dejándonos afectar por el dolor de las víctimas. Queremos salir de la actitud defensiva y comprometernos con el cuidado y la prevención, en solidaridad con quienes han sufrido estos abusos”, afirman, y agregan: “Queremos vivir un nuevo modo de relación donde el buen trato nos resguarde del abuso del poder y estar decididamente al lado de las víctimas”.
“Este año de la beatificación de los mártires riojanos, recordamos su compromiso con la justicia y en favor de los pobres y excluidos. Su sangre es también vino nuevo que nos cuestiona y nos anima a trabajar por el bien común, el respeto a la dignidad y los derechos de las personas”, sostienen.
La Confar subraya que “ésta es la misión de la Iglesia que hoy nos sigue convocando, como vida consagrada, en los hermanos y las hermanas de esta sociedad, cada vez más empobrecidos, en el dolor y en la impotencia de los que son vulnerados en sus derechos”.
Texto de la declaración final
Las y los superiores mayores y referentes de filiales y regiones, congregados en la Asamblea de Confar, nos confrontamos con los diferentes desafíos que la Iglesia vive en este tiempo, desde la Palabra de Dios con una mirada teológica, sociológica, psicológica y metodológica.
Nos hemos dejado interpelar por el icono de las Bodas de Caná, (Jn. 2,1-12) propuesto por la CLAR; para este nuevo trienio, que nos ha provocado fuertemente a la conversión personal y comunitaria.
Nos preguntamos dónde tenemos que estar en esta hora de la historia; invitándonos mutuamente a tener una mirada atenta, como la de la Madre de Jesús, para estar presentes en las diferentes situaciones donde falta el vino de la alegría y de la esperanza. Frente al gesto transformador de Jesús en las bodas de Caná, nos sentimos llamados a dejarnos transformar para vivir una densidad evangélica desbordante. La Madre de Jesús adelanta la hora y nos dice: “Hagan lo que Él diga”.
Este tiempo, de cambios rápidos y profundos, nos desafía al discernimiento constante, nos urge a cultivar una interioridad que nos lleve a la integridad y nos saque de la autoreferencialidad. También vislumbramos la llamada a evolucionar en nuestro método de análisis de la realidad, siendo más contemplativos, humildes y respetuosos frente a la compleja diversidad que nos habita.
Hemos dedicado una jornada para acercarnos a la realidad de los abusos en la Iglesia, dejándonos afectar por el dolor de las víctimas. Queremos salir de la actitud defensiva y comprometernos con el cuidado y la prevención, en solidaridad con quienes han sufrido estos abusos. Queremos vivir un nuevo modo de relación donde el buen trato nos resguarde del abuso del poder y estar decididamente al lado de las víctimas.
Este año de la beatificación de los mártires riojanos, recordamos su compromiso con la justicia y en favor de los pobres y excluidos. Su sangre es también vino nuevo que nos cuestiona y nos anima a trabajar por el bien común, el respeto a la dignidad y los derechos de las personas. Creemos que ésta es la misión de la Iglesia que hoy nos sigue convocando, como vida consagrada, en los hermanos y las hermanas de esta sociedad, cada vez más empobrecidos, en el dolor y en la impotencia de los que son vulnerados en sus derechos.
Queremos comprometernos con la esperanza de la fiesta a la que Dios nos llama, como servidores atentos a la voz de Jesús, que nos invita a llenar las tinajas hasta el borde.
Informes: www.confar.org.ar.+
Publicar un comentario