Mons. Braida llamó a seguir el camino de alegría de los beatos Carlos y Gabriel
En ese marco, el obispo diocesano, monseñor Dante Braida, participó de una peregrinación junto a los fieles y presidió una misa en la localidad de Bajo de Lucas, en el departamento Chamical, lugar del martirio de los beatos Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville.
Las celebraciones, que comenzaron el 14 de julio, estuvieron organizadas por la parroquia El Salvador, donde los beatos Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville prestaron sus servicios. El cierre de las actividades fue la tradicional peregrinación hasta Bajo de Lucas, donde los fieles compartieron la Eucaristía.
En su homilía, el obispo de La Rioja expresó: “Esta celebración en este año es una celebración de la alegría de lo que vivimos hace muy poquito en la beatificación de nuestros queridos mártires; una alegría que la pudimos vivir en los días previos, en las carpas en la plaza, en las vigilias como la que tuvimos acá con los jóvenes, con diferentes propuestas sobre la vida de Carlos, también con los hermanos que vinieron de la congregación, y llegó a su culmen con la Beatificación”.
En referencia a lo vivido en la localidad de Chamical, el obispo dijo con sentido fervor que “Esa alegría se prolongó después con las misas de acción de gracias, ese mismo día allí en Sañogasta, después en Punta de los Llanos y la tarde que estuvimos aquí el día 28, que para mí fue como tocar el cielo con las manos, como decimos habitualmente, fue una tarde de cielo donde compartimos, había jóvenes con guitarras, las tortas fritas de esa tarde. Desde este mismo lugar que fue un lugar de dolor, de sufrimiento, del dar la vida de nuestros Mártires”, reconoció.
El obispo riojano también comentó su paso por la diócesis de Viviers, Francia, en la fiesta de acción de gracias por la beatificación de Gabriel Longueville. Al respecto, señaló: “Me impresionó mucho cómo esta diócesis lo tiene a Gabriel como un referente y cómo nos tienen en cuenta como diócesis de La Rioja, en especial Chamical, como si fuésemos parte de su diócesis. Esa comunión que se vivió todos estos años, ellos también la disfrutan”, aseguró.
El prelado anticipó además que en septiembre, un seminarista de Francia “vendrá a hacer experiencia pastoral, a seguir un año de formación aquí con nosotros. Una señal clara de que el camino abierto por Gabriel se sigue ahondando. Esta señal de que la sangre de nuestros mártires nos une, estemos donde estemos” sostuvo.
Haciendo referencia a la lectura de las Bienaventuranzas, el obispo recordó: “A los mártires les tocó una época muy difícil, una época de persecución, de dolor, una época de incomprensión. Trabajar juntos era mal visto, despertaba ciertas sospechas. Trabajar por los más pobres, integrar a las familias era ser perseguidos, sin embargo ellos prefirieron ser fieles al evangelio que dejarse llevar por el miedo que se instauraba o trataba de apagar sus voces y sus obras”.
“Aquí recordamos especialmente a Gabriel y a Carlos, y cómo los carismas de la iglesia nos marcan un camino. Carlos asume el carisma franciscano, de seguir al Jesús pobre como lo siguió San Francisco, y eso es una marca para su vida y para nuestra vida. Carlos vivió este camino, especialmente en este pueblo donde le dolían mucho las injusticias, sufría por tratar de construir un mundo más justo. Por eso ese tiempo lo ponía en palabras donde decía con claridad lo que estaba bien y lo que estaba mal. Por eso quisieron callar su voz. Y esa voz hoy nos dice ¡Vale la pena luchar por un mundo más justo y seguir este camino!” destacó.
“Este vínculo - continuó el obispo- también se fue gestando entre Gabriel y Carlos. Dos que no se conocían sin embargo se comprometieron a formar una comunidad junto con las hermanas que vivían en ese momento, los laicos. Y con la personalidad de Gabriel que era tan salidor y compartía un mate y escuchaba los sufrimientos y las alegrías de cada familia nos habla de una fraternidad que uno va tejiendo con las personas con las cuales comparte la vida”.
“Ese ¡Voy con vos! De la última noche tiene que ver con esta fe que se hace fraterna, y que se la vive también en las últimas consecuencias. Por eso es importante que podamos ayudarnos mutuamente y escucharnos las cosas que nos pasan. ¡Cuánto nos hace falta practicar la escucha! Por eso, no nos dejemos robar la vida fraterna” exhortó.
Por último el obispo dijo que “El camino que nos propone la Iglesia siempre es un camino misionero. Estamos para compartir el amor que recibimos de Dios con la comunidad. Por eso, siguiendo la búsqueda misionera, Gabriel llega a esta diócesis. En su corazón había un fuego que lo llamaba a compartir la vida de fe y s presencia nos habla de la propuesta misionera que tiene la Iglesia, de ir siempre a los que más necesitan”, concluyó.+
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