Mons. Martínez Perea dio gracias por los 40 años del seminario diocesano
“Es un momento para dar gracias a Dios y para pedir a todos oraciones”, comenzó diciendo. El prelado agradeció a Dios “por el trabajo que hacen tantos formadores, sacerdotes; por los seminaristas, los que le dijeron sí”. Rememoró en sus tiempos de juventud la decisión que tomó ante una pregunta: “¿Qué pasa si Dios me llama? ¿Y si soy sacerdote?”.
Luego continuó dando gracias “a los rectores, formadores, personal, y también a tantos benefactores que ayudan con presencia, comida, medios económicos. Sin ellos el seminario no podría caminar. Especialmente agradecemos las oraciones”.
“Las vocaciones religiosas sacerdotales son fundamentales en la vida de la sociedad. Pidamos a Dios para que los sacerdotes y los seminaristas sean fieles, santos y puedan transmitir a Cristo”, mencionó luego, expresando el deseo de tener “un seminario de testimonio real de santidad, de entrega, de sacerdotes fieles en el corazón de Jesús, de transmitir el misterio revelado y no las ideas personales. De transmitir esa identidad con Dios”.
Al recordar los 40 años de camino, hizo mención a las familias, “que son el primer seminario. La palabra seminario viene de semilla. La semilla de la vocación crece en cada familia”, indicó. Por eso, rogó para “que los padres y los hermanos ayuden a aquellos que tienen esa semilla. Que las familias recen juntas, pongan la primacía de Dios, y enseñen a amar a Dios. Porque el amor es el que mueve todo, cada uno es lo que ama”.
Finalmente, animó a rezar por las vocaciones y se despidió con la bendición.+
Publicar un comentario